PROPUESTA
DE REFORMULACION ESTRATEGICA Y MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA AGROPRODUCTIVO DEL
ESTADO ANZOÁTEGUI.
La
historia reciente de la agricultura, del desarrollo y la prosperidad rural, en
nuestro País, es una historia de oportunidades perdidas. Los esfuerzos
financieros del Gobierno Nacional y Estadal se han convertido en agua y sal
ante el embate de los agentes de la corrupción, que constantemente medran
alrededor de las iniciativas de los gobiernos en materia de priorizar esfuerzos
y caudales financieros hacia el sector rural y al fomento de la agricultura y
la prosperidad rural.
Poco
se ha logrado en materia de producción agrícola, y menos en el campo de la
productividad rural, a pesar del reposicionamiento del asunto agrícola en la
agenda gubernamental, y a pesar de cuantiosos recursos públicos aplicados
fundamentalmente a través de instituciones financieras del Estado y otras entidades financieras públicas
nacionales y estadales. Los productores agrícolas tradicionales, pero sobre
todo los neo-productores improvisados, aquellos con bastante esperanza en la
posibilidad de insertarse en un nuevo escenario de productividad y de
mejoramiento de sus condiciones reales de vida, y éstos, con más agallas que
esperanzas, han visto nuevamente como los dineros públicos que se aplican al
campo venezolano salen subrepticiamente por caminos verdes y atajos hacia otros
destinos, convirtiéndose rápidamente en vehículos lujosos, propiedades en zonas
de lujo, yates, y hasta aviones. Mientras tanto el productor verdadero sufre
nuevamente al verse relegado a un segundo plano, con la sensación de una nueva
oportunidad perdida y la convicción de que nuevamente asistimos al derroche de
las políticas públicas agrícolas. Un
Gobierno Nacional auténticamente democrático, actuando responsablemente, y en
la convicción de que la corrupción inmersa en la ejecución de las políticas
agrícolas es pieza fundamental en el derrumbe de la capacidad productiva del
agro venezolano pero también del empobrecimiento de nuestros productores
agrícolas, ha emprendido una campaña nacional de control e investigación de
estas corruptelas, que en su mayoría son de vieja data, lo cual ha comenzado a
derivarse hacia los Tribunales competentes para sancionar a los responsables.
De
cara a esta realidad, el País se halla frente a la necesidad, como sociedad
organizada, de enfrentar la seguridad alimentaria de los venezolanos, como paso
esencial para fortalecer y preservar la seguridad como Nación y por ende la
sobrevivencia del Estado venezolano. Urge profundizar el combate de la pobreza,
que azota los sectores de las barriadas populares que se agolpan en los
suburbios de nuestras grandes ciudades, pero que sobre todo, es cruda realidad
en el campo venezolano, donde cerca del 45% de sus pobladores se encuentran en
estado de indigencia.
Por
otra parte, cuando examinamos la evolución de la agricultura, y de los
esfuerzos gubernamentales de los distintos países de América Latina y el Caribe
(ALC), nos obliga a concluir:
·
Entre 1998 y 2000 se dio una
expansión de la producción agropecuaria, pero en los años siguientes ésta dio
muestras de desaceleración, siendo las pequeñas economías de las regiones
Andina, Caribe y Central, que dependen altamente de la agricultura, las que han
presentado las menores tasas de crecimiento.
·
Las Américas continúan siendo
la única región exportadora neta de alimentos del mundo, aunque en los últimos
años muestra una tendencia al deterioro de su balanza comercial
agroalimentaria.
·
Si bien la tasa de crecimiento
de la producción de alimentos en las
Américas ha aumentado, esta evolución no se ha dado igual en todas las regiones
(por ejemplo, ha sido positiva en la Región Sur , mientras que en la Región Central ha
sido negativa), como resultado de las
diferencias en las inversiones públicas en investigación y en la oferta de
tecnología.
·
Aunque se reconoce que el
conocimiento es uno de los factores cruciales para la competitividad, los
avances en esa área han sido limitados y la inversión en ciencia y tecnología insuficiente.
·
ALC utiliza predominantemente
los recursos naturales como fuente de competitividad, modelo de desarrollo
agrícola que no será sostenible en el mediano y largo plazos, dada la
restricción de la expansión de la frontera agrícola.
·
Los desastres naturales han
ido presentándose con más frecuencia y con mayores efectos en los países del
Caribe y Centroamérica y en algunos de la Región Andina.
·
La pobreza y la indigencia
rurales siguen siendo un problema mayor en ALC, donde existen al menos 222
millones de personas pobres, de las cuales 97 millones viven en condiciones
de indigencia. Hay 75 millones de pobres
rurales, de los cuales 46 millones son indigentes rurales.
·
La baja productividad del
trabajo agrícola parece ser el principal determinante de las bajas
remuneraciones en el ámbito rural, lo que ha dado paso a un sensible
crecimiento de las actividades no agrícolas en el mercado de trabajo rural,
desde la década de los noventas.
·
La situación de los pueblos
indígenas, que representan cerca del 10% de la población total de ALC, es
alarmante: en la mayoría de los indicadores de desarrollo se encuentran muy por
debajo del promedio del resto de la población.
·
Los ministerios de
agricultura se enfrentan a un dilema: deben afrontar nuevos desafíos, pero al mismo
tiempo se han visto obligados a limitar el apoyo al sector agrícola, debido
principalmente a restricciones presupuestarias.
·
El gasto público agrícola y
rural creció en términos reales en casi todos los países del hemisferio durante
la última década; sin embargo, su proporción en el gasto público total ha ido
disminuyendo.
·
La participación del sector
privado en la transformación institucional de la agricultura es aún limitada,
observándose mayores avances en asumir funciones públicas en materia de sanidad
agropecuaria e inocuidad de los alimentos y en menor medida en investigación y
desarrollo.
Como
resultado de un análisis de las perspectivas para la agricultura y la vida
rural, se llega a las siguientes conclusiones:
·
Se espera que la economía
mundial crezca fuertemente en la siguiente década, como resultado de la
recuperación de las principales economías del mundo. La región de América
Latina y el Caribe (ALC) crecería alrededor del 4% como promedio anual.
·
El sector agrícola de los
Estados Unidos y de la
Unión Europea sufrirán fuertes cambios en sus políticas
internas de apoyo al sector y en los subsidios a la exportación, lo que tendrá
un impacto negativo en sus balanzas comerciales agrícolas.
·
China se proyecta como un
mercado de mayor interés, pues la creciente capacidad de consumo de sus
habitantes y la mayor apertura comercial obligarán a consumir una mayor parte
de su producción de cereales y a importar una mayor cantidad de soya, trigo,
maíz, cebada, frutas y carne, lo que podría significar oportunidades
comerciales para los productores de las Américas.
·
Se espera que la producción
agropecuaria mundial siga creciendo como consecuencia de aumentos en la
productividad y no de la incorporación de nueva superficie, pero el consumo
crecerá a menor ritmo que la producción.
·
El comercio agropecuario
seguirá expandiéndose, aunque sin alcanzar las tasas de crecimiento observadas
durante la década de los noventa.
·
Los precios de los
commodities estarán expuestos a presiones a la alza (debido, por ejemplo, a la reducción
de los subsidios), pero también a presiones a la baja, como resultado de
sobreofertas o de crecimientos más lentos de la demanda.
·
En los mercados
agropecuarios, se incrementarán los segmentos de productos asociados a
condiciones saludables (orgánicos, por ejemplo), de productos preparados y de
alimentos étnicos, pero la producción se irá ajustando cada vez más a los
requerimientos específicos de la demanda y al cumplimiento de estándares de
inocuidad y calidad.
·
Habrá una mayor presencia de
las cadenas agroalimentarias, más
acotadas e integradas verticalmente, lo que conlleva el peligro de dejar fuera
del mercado a los pequeños productores que no puedan enfrentar las exigencias
de la comercialización a escala. Estos deberán optar por diferenciar el
producto y atender nichos específicos.
·
La pobreza en el sector rural
no se podrá reducir, en tanto no se eliminen las brechas tecnológicas entre los
sectores agroindustriales tecnificados y los artesanales y no se incorpore el
análisis de la distribución de los beneficios de la tecnología en su diseño.
·
Los movimientos
reivindicativos de los grupos menos favorecidos en las zonas rurales se
incrementarán, por lo que se espera que las autoridades fomenten un diálogo
político formal para solucionar los problemas de la distribución inequitativa
del ingreso y de la tierra y asignen más recursos a los temas de la educación, la
capacitación y la extensión.
·
En el tema ambiental los
gobiernos adoptarían efectivos controles y políticas de incentivos para evitar
la continua degradación de los recursos naturales; además, la empresa privada
adquiriría conciencia y avanzaría en la internalización de los costos
ambientales.
·
En muchos de los países de
ALC la agricultura seguirá utilizando tecnologías que basan su competitividad
en los recursos naturales. Si bien muchos de los territorios rurales de ALC
compiten con base en sus condiciones agroecológicas, esto podría volverse muy
riesgoso en el futuro.
·
El cambio climático
podría afectar las condiciones
agroecológicas, hasta el punto de que podría permitir que territorios
tradicionalmente de clima templado incursionen en productos típicos de climas
tropicales.
El
examen crítico y responsable de la realidad agrícola nacional, pero sobre todo
de la multidimensionalidad del reto que le toca enfrentar el Gobierno, impone
la necesidad de asumir una nueva lógica y una nueva dialéctica en el proceso de
reorientación de esfuerzos y recursos nacionales, en pro de la prosperidad
rural, el abatimiento de la pobreza y el incremento de la productividad del
agro venezolano. Para ello, debemos emprender cuatro grandes desafíos:
1.
Producir de cara al mercado. Los
actores de las cadenas agroalimentarias deben abandonar el enfoque ofertista y
adoptar un paradigma en donde la demanda sea la que dirija la producción,
observando en primer término la demanda nacional y por supuesto la demanda
internacional. Esto solamente será
posible si: i) se observan los cambios en el
orden mundial, ya sea para aprovechar las ventajas de nuevos mercados o
para conformar acciones estratégicas contra potenciales competidores; ii) se
actúa anticipando las reformas en el marco multilateral, con el objetivo de aprovechar los beneficios de la
eliminación de subsidios; iii) se monitorean los determinantes de la demanda, con
el objetivo de ir ajustando tanto los productos como las prácticas de
manufactura; iv) se gane la confianza del consumidor garantizándoles el
cumplimiento de los requisitos de SAIA; v) se definan las nuevas competencias, estrategias y planes de
trabajo de los ministerios de agricultura; y vi) se fomentan esfuerzos
cooperativos público-privados para el desarrollo de los agronegocios.
2.
Revolución tecnológica. Producir
de cara al mercado también requiere que la agricultura y los territorios
rurales se monten sobre la ola de la revolución tecnológica. Es necesaria una
reconversión de la actividad agrícola compatible con la conservación de los
recursos naturales, rentable económicamente, sustentada en la gestión del
conocimiento para el mercado y centrada en procesos de innovación tecnológica
orientados al agronegocio. Para lograrlo, es necesario mejorar el flujo y el
manejo de la información mediante la inserción de los sectores rurales y
agropecuarios en el mundo digital, así como la renovación de los modelos
institucionales y la generación de mayores recursos (capitales y humanos) para
las instituciones públicas de investigación.
3.
Reducir la pobreza rural y
mejorar la distribución del ingreso. Es
necesario crear empleos dignos en la agricultura y en actividades no agrícolas
en los sectores rurales, así como promover un nuevo modelo de desarrollo
nacional que considere lo rural como un asunto estratégico, eliminando la
persistencia de la pobreza y la inequidad. Esto es viable en la medida en que
se cambie el estilo de crecimiento actual, trasladando los beneficios hacia los
más pobres, reconociendo el aporte real de todos los actores de la cadena,
mejorando la distribución de los beneficios y fomentando la colaboración
social, el fortalecimiento de las familias y la dignidad de los habitantes
rurales.
4.
Fomentar el desarrollo de las
capacidades de los actores de las cadenas y del sector rural. Este
desafío es instrumental para generar las
condiciones que permitan abordar con éxito los tres anteriores. Se requiere convertir
a los productores del campo en agroempresarios, asumiendo una cultura de
“empresarialidad” a ultranza, para lo cual es esencial mejorar su conocimiento,
su capacidad de gestión, su lectura de las demandas de los mercados; conocer
los requisitos que gobiernan las transacciones comerciales nacionales e
internacionales y, sobre todo, basar las decisiones de negocios en información
correcta y oportuna. A la vez, será necesario crear nuevas capacidades
organizacionales que permitan incorporar la agricultura familiar y los pequeños
productores en la cadena de producción-abasto. También se necesitan nuevas
habilidades, aptitudes y conocimientos para desempeñarse en las actividades no
agrícolas en los territorios rurales y acceder a empleos de mayor calidad y
remuneración.
Es
innegable, que en los últimos 40 años los distintos Gobiernos han realizado
importantes esfuerzos para direccionar y cimentar un modelo de desarrollo
centrado en la agricultura y la vida rural. Solo hemos logrado, como Sociedad,
pendular entre la Reforma Agraria y la actual Economía de Puertos. La reflexión
sobre un nuevo modelo de desarrollo agroproductivo y rural, abre espacios para la construcción de una
institucionalidad que promueva la cooperación, la responsabilidad compartida y la
plena convergencia de objetivos y estrategias entre el Estado y la Empresa Privada. Se trata de
una institucionalidad renovada con capacidad para gestionar el interés y el
compromiso de todos aquellos actores vinculados al desarrollo de la agricultura
y al alcance pleno de la prosperidad rural, que deviene de la concepción holística
de estos aspectos del progreso social, y que requiere de un espacio para la
reflexión y acción sobre asuntos estratégicos de la vida rural, las cadenas
agroalimentarias y el entorno nacional e internacional.
El
análisis que podamos hacer acerca de los modelos de desarrollo aplicados en las
últimas décadas, invita a reflexionar sobre la posibilidad de construir un tipo
de desarrollo incluyente, centrado en el bienestar y en las aspiraciones de las
personas y de las comunidades rurales. Esto hace necesario, propiciar un nuevo
equilibrio entre lo rural-urbano, que atraiga mayores inversiones a los
sectores rurales y que contribuya a aumentar la producción y la productividad.
Planteamos
una alianza estratégica entre Gobierno Estadal, ONGs y la Empresa Privada, para
dar impulso y continuidad a las políticas del Gobierno Nacional y a los
esfuerzos nacionales de desarrollo. Para ello planteamos el desafío de
construir una nueva institucionalidad, que contemple la participación y el
aporte de nuevos actores, con el propósito de auspiciar la colaboración entre
instituciones públicas y privadas, la mejor articulación de los esfuerzos para
el desarrollo entre instancias nacionales y regionales, y el desarrollo de
mecanismos de trabajo que promuevan la colaboración, la gestión y la
responsabilidad compartida.
El
desafío a enfrentar y los objetivos a alcanzar para el desarrollo de la
agricultura y la prosperidad rural son de una magnitud importante. La
participación creciente de los actores públicos y privados en los procesos
productivos, comerciales y políticos demanda capacidades técnicas,
empresariales y políticas mejoradas. La adopción de funciones nuevas en la
institucionalidad emergente exige también un mejoramiento de las capacidades de
diálogo, negociación y concertación de compromisos de colaboración entre otros
actores de la economía y la sociedad, nacional e internacional.
Las
sociedades transitan aceleradamente hacia una economía en la cual el
conocimiento irrumpe como el principal activo para el desarrollo, y la
comunidad de la agricultura y de los sectores rurales no pueden quedarse
rezagados de esta realidad y tendencia mundial.
En
consecuencia, es urgente desarrollar nuevas formas colaborativas de trabajo,
que potencien el conocimiento como recurso estratégico para concretar los
objetivos del desarrollo sostenible de la agricultura y la vida rural, la
seguridad agroalimentaria de la
Nación y la prosperidad rural.
La
valoración renovada de la contribución de la agricultura y del medio rural al
desarrollo, acorde con el reconocimiento político de su importancia, expresado
a los más altos niveles políticos de la Nación , constituyen dos vigorosas fuerzas para
que los líderes de la comunidad de la agricultura y de la vida rural enfrenten
los desafíos planteados, mediante una acción conjunta concertada y planificada.
NUESTRA
VISION DE FUTURO
La
visión que se tiene de la agricultura del futuro en nuestro país, si se definen
políticas y se construyen organizaciones capaces y sustentadas en las
consideraciones antes expuestas, se puede describir en base a los siguientes razonamientos:
Un
número creciente de agricultores exitosos estarán dedicados a la agricultura
con entusiasmo y generando ingresos satisfactorios. Esta visión incluye
especialmente una proporción cada vez mayor de pequeños productores que han
logrado incorporar cultivos más rentables, y que tienen éxito en la
comercialización de productos de mayor calidad y más valor agregado. En este
mismo ámbito se ve una estructura agropecuaria de mediana y pequeña propiedad,
como elemento fundamental de un modelo socialmente sostenible. Es decir la no
polarización entre las grandes propiedades y el minifundio.
Alrededor
de la agricultura, se forjará una estructura de empresas privadas exitosas que
ofrecen servicios, semillas, insumos, equipos, maquinaria y financiamiento para
los agricultores. Este conjunto de empresas conexas a la agricultura habrá
reemplazado a las instituciones públicas que ofertan servicios gratuitos con
limitado impacto en la competitividad de la agricultura. Dentro de estas
empresas privadas se verán aquellas determinantes de las innovaciones
tecnológicas (proveedores de semillas, asistencia técnica, laboratorios de
suelos y aguas, instancias de control de calidad de productos, etc.), y
empresas que hacen posible que los productos se industrialicen y
comercialicen en forma eficiente hasta
los centros de consumo.
En el
camino hacia una agricultura moderna, se ve a las organizaciones gremiales de
productores, asumiendo un rol mucho más relevante y congruente con un proceso
de transformación de las instituciones públicas, y del surgimiento de
iniciativas privadas. Tanto las organizaciones especializadas por producto,
como aquella con responsabilidad en ámbitos geográficos específicos y los
gremios nacionales del agro habrán asumido funciones renovadas para ofertar
servicios que permitan el desempeño exitoso de los agricultores.
Se
les ve también formando parte de un sistema de organizaciones del sector
privado agropecuario, en el que están claramente definidas las
responsabilidades a distintos niveles. Se ve también a los agricultores
sintiéndose comprometidos con sus organizaciones gremiales, respaldándolas
económicamente y asumiendo responsabilidades para la gestión.
En
una visión de futuro de la agricultura, se ve también a los profesionales del
sector, agrónomos, ingenieros agrícolas, zootecnistas, forestales, economistas
agrícolas y administradores de empresas, empleados en la actividad privada, y
contribuyendo directamente en función de la formación profesional que han
recibido. Se les ve también formando parte de empresas proveedoras de servicios
y dedicadas a la producción.
En
una perspectiva de futuro no se ve al Gobierno definiendo planes de producción
por rubros, como por ejemplo: maíz, arroz o caña de azúcar, ni mucho menos
creando expectativas sobre los mismos. Se ve más bien un mensaje congruente que
motiva a los productores organizados a valorar las perspectivas en los mercados
y en base a ello, definir su estrategia de producción, buscando conjugar los
criterios de rentabilidad, costos, y riesgos, pero especialmente valorando las
condiciones y perspectivas en los mercados. Una vez definida la estrategia por
rubros, el gobierno fomentará que los servicios se oferten como parte de una
economía de mercado, y asumirá responsabilidades concretas en los campos de la
investigación y la información.
En
una visión de futuro se ve una agricultura en la que se han hecho y se hacen en
forma permanente innovaciones tecnológicas. Ellas se sustentarán en el uso del
material genético de mejor calidad, herramientas y equipos adecuados y sobre
todo muy ricas en conocimientos. Este será el gran cambio deseado en la agricultura,
de modo que sea en base a este conocimiento que se crean las bases para ganar
competitividad. Se anticipa que como resultado del uso de estas tecnologías,
aumentarán los ingresos netos por hectárea, se utilizarán mejor los
subproductos y desechos y se aprovechará mejor el agua y el suelo y que en
general se tendrá un impacto positivo en el ambiente.
En
este último sentido, se espera que la innovación tecnológica se sustente en el
principio de que es mucho más rentable internalizar las exigencias ambientales
en la empresa con una actitud positiva, en lugar de pagar los costos de la
resistencia al cambio.
El
resultado de una agricultura que se desarrolle con esta visión, será sumamente
positivo. La gente que se quede en el campo recibirá una remuneración mayor
como propietario de la tierra o como trabajador. Se desencadenarán efectos
multiplicadores por la interacción de la agricultura, la agroindustria y la
industria y servicios conexos. Esto último a su vez permitirá construir las
bases para un desarrollo rural realmente sostenible.
La
visión que se ha planteado para la agricultura no es la de un modelo
agroexportador. Es más bien la visión para un modelo sustentable, y que les
permita a los agricultores, y a los otros actores involucrados, competir
exitosamente en el mercado interno y externo. Si esta visión es respaldada por
un programa de fomento de la innovación y la competitividad puede esperarse que
en nuestro país aumenten las exportaciones de productos de la agricultura y que
disminuyan las importaciones de aquellos productos que se pueda producir en
forma competitiva.
La
visión que se tiene de la agricultura, será la que permita crear riqueza y
oportunidades en el medio rural, mas no debe ser vista como un programa de
alivio a la pobreza. En este último sentido se anticipa que en forma
complementaria cada gobierno, en el futuro, continuará todas aquellas acciones
orientadas a mejorar la capacidad de la población rural más pobre para
incorporarse con ventaja en la economía del mercado, y participar en una
agricultura moderna, ya sea como productor o como oferente de servicios.
QUE
PROPONEMOS?
PROPUESTA
GERENCIAL PARA LA PUESTA EN
MARCHA DEL
PROGRAMA
DE DESARROLLO AGROPRODUCTIVO Y RURAL SOSTENIBLE
I.
INTRODUCCIÓN.
La
realidad socio-económica de los Estados orientales, se ha convertido en una
realidad histórica carencial cada vez más cruda en cuanto a su contexto de
pobreza y marginalidad, a pesar del desarrollo de su potencial petrolero y
gasífero, el cual ha venido convirtiéndose para el pueblo oriental en una
ilusión o espejismo en el desierto, que ha venido minando las esperanzas de
este pueblo en las últimas tres décadas.
Continúa
su desarrollo petrolero, se acentúan las inversiones en el sector energético
primario, pero aún continuamos viendo como los portones de la empresas
operadoras se colman de trabajadores sin esperanzas. Son nuestros campesinos,
que desarraigados de su medio por la miseria e impulsados por un ineludible
compromiso familiar, se lanzan a la aventura de pelear (incluso a muerte) por
un cupo de trabajo que nunca llega.
Revertir
esta realidad, significa la necesaria convocatoria del esfuerzo del sector
privado y del Gobierno Nacional. En esto coincidimos con los estudiosos del
problema de la pobreza en nuestra nación. No hay superación posible de la
pobreza sin que empresa privada y Gobierno acuerden estrategias y sumen
iniciativas en la generación de empleos y elevación de los activos (salud,
educación, vivienda, artes y oficios, organización y productividad entre otros..)
de los trabajadores. No habrá cambio del perfil de pobreza, en tanto que los
sectores más pobres no despierten y fomenten una voluntad de organización y de
incremento de su poder y productividad. Para la superación de la pobreza de
amplios sectores populares se requiere un acuerdo social básico con seguridad
jurídica y verdadera pasión política para llevarlo a cabo. Si no agotamos
esfuerzos, se acentuará la miseria, la conflictividad social y la
ingobernabilidad.
Un
Gobierno auténticamente democrático, deberá continuar expresando y
profundizando su compromiso ante el Pueblo de Venezuela, para impulsar
esfuerzos concertados y orientados al abatimiento progresivo de esta realidad
nacional carencial. Su compromiso, en esta nueva etapa de la industria petrolera
nacional, debe ser la de impulsar esquemas nacionales y regionales capaces de
promover el ordenamiento de los recursos materiales y humanos y enfocarlos
hacia programas de reducción de la pobreza de manera sostenida, incentivando la
creación de una institucionalidad social pública eficaz y eficiente.
II. LA ORIENTACION ESTRATEGICA
DEL PROGRAMA DE DESARROLLO SOCIAL PARA ANZOÁTEGUI.
Continúa
siendo baja la priorización de la agricultura nacional como actividad
productiva esencial y dinamizadora de la economía nacional y regional. A pesar de las
importantes inversiones, planes y programas puestos en marcha en las últimas
décadas, seguimos siendo un país vulnerable y dependiente en extremo, de la
agricultura foránea.
El
Gobierno Nacional, ha intentado desarrollar una política de incremento de la
producción y de la productividad del sector agrícola, prueba de ello son los
dilatados programas financieros que se han llevado a cabo a través de las
distintas instituciones del circuito financiero agrícola. Sin embargo, sectores
ajenos a la buena intencionalidad que se espera de todo Gobierno, se han
dedicado a desviar estos ingentes recursos para alimentar beneficio propio y no
el nacional. Esta es la vieja historia y triste realidad que ha imperado en el
sector agrícola en los últimos 40 años.
Esta
claro que Venezuela tiene una serie de ventajas comparativas en el sector
minero, dada su dotación de recursos naturales, que ya sabemos se van a
mantener por muchos años. Las inversiones y la experiencia acumulada en algunos
sectores manufactureros y de servicios en los últimos treinta años han
permitido desarrollar una infraestructura y capacidades competitivas básicas
que justifican su continuo apoyo en
términos de desarrollo futuro. No obstante, existe un conjunto de sólidas
razones para aumentar la prioridad de la agricultura en el país.
La justificación de mayor peso es el papel que
la agricultura juega en el desarrollo económico en general. Un desarrollo
balanceado en términos de ocupación del territorio nacional; de distribución
del ingreso, tanto en términos geográficos como sociales; de creación de una
sostenida demanda; de integración entre distintos sectores económicos, exige un
sólido desarrollo agrícola, basado en una población rural próspera. Ello permite
reducir el descontrolado crecimiento urbano con sus consecuencias sociales y
culturales negativas, sobre todo en aquellas regiones donde viene ocurriendo la
concentración de inversiones y desarrollo petrolero-gasífero. Por otro lado, si
la agricultura no se desarrolla paralelamente al resto de los sectores de la
economía, se ahogan los potenciales efectos multiplicadores de las inversiones
urbanas en cuellos de botella y procesos inflacionarios.
La
agricultura es la mejor garantía para un
suministro adecuado de alimentos de cualquier país, especialmente en caso de
dificultades para el comercio internacional. En consecuencia, a fin de contar
con un mínimo nivel de autonomía política y comercial es fundamental tener una
determinada capacidad de autoabastecimiento alimentario. La necesidad
estratégica de esta seguridad alimentaria, ha sido el argumento central para
apoyar decididamente el desarrollo agrícola como pilar fundamental de la
sostenibilidad del desarrollo global. La excesiva dependencia de las
importaciones que venimos sufriendo en los últimos 30 años, demuestra la
dimensión del compromiso que debiera asumir Petróleos de Venezuela frente a un
pueblo necesitado.
Sin
duda, existente claras oportunidades económicas en la expansión y fortalecimiento
de la agricultura en Venezuela. Se cuenta con grandes ventajas comparativas
para la producción agrícola en comparación con otros países. Nuestras
condiciones climáticas y ecológicas de un alto número de zonas de producción,
permiten producir muchos rubros con ventaja, especialmente aquellos de origen
tropical. Los sistemas agrícolas menos aprovechados en la actualidad y que
tienen suficientes tierras aptas para su desarrollo son precisamente las
plantaciones y la fruticultura, y al horticultura de piso bajo. La ubicación
geográfica del país y su buena infraestructura portuaria, permite suplir
demandas de contra estación en el hemisferio norte, a costos bajos debido a su
cercanía con los mercados internacionales más importantes. Ello permite
desarrollar una agricultura de exportación, que genera divisas y empleo,
teniendo un efecto significativo sobre la economía nacional. Comencemos a
sembrar el petróleo.
III.
PROPUESTA GERENCIAL PARA UN PROGRAMA DE REACTIVACIÓN AGROPRODUCTIVA.
A) PLANTEAMIENTO
BASICO:
Debemos
partir de nuestra premisa esencial: “la agricultura obtiene su energía del sol,
pero el desarrollo agrícola lo impulsan las personas”. Vale la oportunidad para
precisar además, que “el entusiasmo y la determinación vendrían a ser el motor;
las destrezas y el conocimiento serán las herramientas; y las ocupaciones y la
ciudadanía (los agricultores) serán las oportunidades.
Si
queremos comprender el camino que debe tomar el enfrentamiento de la pobreza,
debemos tratar de jerarquizar las características poblacionales, como
explicación de la condición de pobreza de los hogares, para lo cual, asumimos
la anulación de las diferencias de ingresos que son atribuibles a las
diferencias en las variables sociodemográficas consideradas y así, aislando el
efecto que tienen las diferencias de las características poblacionales sobre el
ingreso, concluiríamos en lo siguiente:
•
Eliminando las diferencias de escolaridad, la pobreza se reduciría en
21,3%,
•
Eliminando las diferencias entre el sector formal e informal, la pobreza
se reduciría en 19,7%,
•
Eliminando las diferencias por región en la que viven las personas, la
pobreza se reduciría en 18,1%,
•
Eliminando las diferencias por sector económico de actividad, la pobreza
se reduciría en 13,5% y, finalmente,
•
Eliminando las diferencias de género, la pobreza se reduciría en 9,7%.
En
razón de lo anterior, las dos palancas para la superación de la pobreza en el
país, se encuentran en: hacer todo lo posible por reducir las diferencias
educativas de la población y en diseñar políticas económicas que permitan
mejorar el acceso al empleo productivo.
Para
el desarrollo de un ambicioso programa de transformación de la realidad de
pobreza de los sectores rurales en nuestro Estado, donde la prevalencia de la
pobreza sobrepasa el 75% de los hogares, contra el 55% de los hogares de las
áreas urbanas, proponemos la focalización de los esfuerzos institucionales (GOB
NAC., GOB Estadal y ONGs) en nuestros sectores rurales.
En
este sentido, es necesario enfatizar que debe adjudicarse la más alta prioridad
a asegurar que los elementos esenciales que dinamizan el desarrollo de las
áreas rurales estén presentes: mercados para los productos agrícolas,
tecnología para la innovación y la productividad de los procesos agrícolas;
disponibilidad de insumos a través de suplidores, la presencia de incentivos
agrícolas (financiamiento) suficientes y oportunos, y las facilidades de
transporte de los productos.
La
agricultura es más que cultivos y alimentos. Es una forma de vida, un
componente fundamental del sistema económico y social de los países y es un
elemento crucial para el bienestar de la sociedad, particularmente de los
grupos menos favorecidos. En general se estima que aproximadamente las tres
cuartas partes de la producción agropecuaria se destina al desarrollo de otros
sectores de la economía. Pero no sólo eso, la agricultura es también un
importante consumidor de insumos, por lo que un incremento de la producción
agrícola desencadena múltiples procesos productivos en el resto de la economía.
La agricultura, entonces, establece importantes relaciones de compra de bienes
y servicios para su desarrollo; esto, conjuntamente con la venta de sus
productos a otras actividades industriales y comerciales, la convierten en un
poderoso motor de la economía nacional, en particular, en el medio rural.
Una
concepción integral del desarrollo de la vida rural reconoce también la
importancia de las actividades económicas rurales no agrícolas, así como los
vínculos entre esas actividades y la agricultura. Es importante resaltar, que
las actividades no agrícolas, en el medio rural, generan aproximadamente el 40%
de la mano de obra, y viene a representar casi el 50% del ingreso de la
población rural.
B) OBJETIVOS
DE NUESTRA PROPUESTA GERENCIAL.
Son
tres los grandes objetivos de esta propuesta gerencial que persigue en esencia
el desarrollo integral del medio rural:
1.
El desarrollo sostenible de
la agricultura y la vida rural.
2.
La prosperidad rural, y
3.
La seguridad alimentaria.
El
desarrollo sostenible de la agricultura como propuesta de política gerencial de
nuestra FUNDACIÓN AGROECOLOGICA DEL ESTADO ANZOATEGUI, permite plantear el
reposicionamiento de una visión del desarrollo, que contempla de manera
integral los aspectos productivos y comerciales, ecológicos y ambientales, socioculturales
y humanos, políticos e institucionales, por lo que es importante entenderla
como componente fundamental de las estrategias nacionales de desarrollo de
largo alcance. En los esfuerzos para alcanzar el desarrollo sostenible de la
agricultura y vida rural, se debe satisfacer la aspiración de lograr mayor
competitividad, sustentabilidad, equidad y gobernabilidad.
El
desarrollo sostenible de la agricultura pasa por lograr una modernización de la
agricultura que le permita ser competitiva en los mercados, sustentable en el
manejo de los recursos naturales y equitativa e incluyente en la distribución
de sus beneficios, de manera que contribuya a la gobernabilidad de la sociedad,
para que el modelo se pueda sostener en el tiempo.
Para
que la agricultura sea competitiva, tiene por un lado, que responder a las
exigencias que se le plantean a sus productos para acceder a los mercados
internacionales en términos de los factores precio (para lo cual debe ser
eficiente) y no-precio (calidad, presentación, oportunidad, cumplimiento con
estándares ambientales y probablemente en un futuro próximo con estándares
sociales, etc.) y no necesariamente a los estímulos artificiales que suponen
los subsidios, o la protección. Por otro lado, tiene que ser rentable, para que
justifique una adecuada retribución al esfuerzo productivo; flexible, para que
se adapte a las condiciones cambiantes del entorno y de la demanda; innovadora,
para incorporar crecientemente el conocimiento como una forma de mejorar
continuamente los procesos productivos, de conservación, de distribución y
aumentar la variedad y diversidad de productos.
Una
agricultura competitiva debe permitir, no sólo ganar o mantener participación
en los mercados, sino también debe incorporar a los pobres y ayudar a preservar
los recursos naturales.
Una
agricultura equitativa e incluyente debe promover formas de organización social
que favorezcan la producción, pero que también posibiliten una participación
más equitativa en el reparto de los beneficios del esfuerzo
productivo-comercial. Es
fundamental,
incrementar la inversión en educación rural y capacitación de los actores,
para: a) Incrementar sus capacidades para mejorar la eficiencia del recurso
humano; b) que puedan aprovechar mejor las oportunidades y enfrentar los
desafíos; c) que puedan asimilar y utilizar las posibilidades de la
información; d) que sean proclives al cambio tecnológico; y, e) mejorar su
participación en la toma de decisiones a todos los niveles de la sociedad.
Para
que la agricultura sea sustentable, se deben crear las condiciones sociales,
económicas y legales que fomenten un uso racional de los recursos naturales,
incorporando mecanismos que aseguren la conservación, ordenación y
aprovechamiento de los mismos, no sólo para asegurar la permanencia de la base
natural para la producción agrícola, sino también para mejorar los medios y las
condiciones de vida de las poblaciones.
Finalmente,
para que la agricultura contribuya a la gobernabilidad se deben promover
sistemas y redes de organizaciones y actores, que participen efectivamente en
los procesos de decisión sobre las transformaciones necesarias.
C) ENFOQUE
METODOLÓGICO PARA NUESTRA PROPUESTA GERENCIAL.
La
comprensión de que el reto que se asume es de gran complejidad, por la
multidimensionalidad del escenario que se propone modificar, en el sentido de
alcanzar la transformación integral del medio rural, a los fines del
mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores a través de la generación
de empleos y actividades productivas, en un escenario de equidad y
sustentabilidad, impone la racionalidad de adoptar el enfoque de sistemas, para ganar una nueva eficiencia y eficacia en la
implantación, investigación y desarrollo de sistemas agrícolas competitivos,
sostenibles y equitativos, que permita el alcance de las metas propuestas.
El
desafío actual es desarrollar nuevas estrategias, nuevos métodos, nuevas
combinaciones de los instrumentos ya probados y, lo primero y más importante,
que aquellos que están encargados de dirigir y aplicar el concepto de sistemas
en programas y proyectos institucionales, adopten una nueva imagen y una nueva
mentalidad.
1.
Desarrollando una nueva
mentalidad
Todos
los proyectos agrícolas exitosos en diversos países latinoamericanos, tienen
como motor una mentalidad diferente por parte de sus actores centrales. Los
siguientes conceptos definen este nuevo enfoque que en mayor o menor medida los
caracteriza:
o actuar
agresivamente en la búsqueda de nuevas fuentes de competitividad.
o pensar
y operar en términos de sistemas amplios, tales como las cadenas
agroindustriales y regiones.
o concentrarse
en la calidad de procesos y no sólo de productos.
o integrar
objetivos y atributos que tienen un desarrollo dinámico y a menudo
contradictorio, resistiendo la tentación de sacarlos el escenario debido a la
inherente complejidad de la tarea.
o dar
soporte a organizaciones de agricultores funcionales y eficientes y apoyar la
construcción de otras capacidades permanentes de las comunidades locales.
o construir
alianzas estratégicas.
2.
Identificando oportunidades
de mercado y alcanzando competitividad
Todos
aquellos proyectos desarrollados con enfoque de sistemas, tienen en común que
han sido capaces de construir una idea clara y precisa de las demandas del
mercado que están tratando de satisfacer. Los nuevos enfoques metodológicos
deben incorporar estudios de mercado de alta calidad, para hacer posible la
definición en los términos más precisos posibles de los productos y variedades
demandadas por los compradores, y sus especificaciones en términos de calidad,
empaque, presentación, volumen y oportunidad.
3.
Articulando las metas de
competitividad, sostenibilidad y equidad social
Muchos
proyectos de investigación agrícola y de desarrollo rural han quedado atrapados
en una falsa disputa entre la búsqueda de objetivos económicos, ambientales o
sociales (competitividad, sostenibilidad y equidad social, respectivamente).
Los
proyectos con orientación de sistemas, están demostrando de manera práctica que
estos tres objetivos no sólo no son contradictorios, sino que en efecto se
refuerzan uno a otro y son mutuamente necesarios para la sostenibilidad de cada
uno de ellos en el largo plazo.
La
competitividad sólo puede ser
obtenida si la participación creciente en los mercados se logra simultáneamente
con un mejoramiento en los niveles de bienestar de la población. En otras
palabras, la competitividad económica en el largo plazo, no puede estar basada
en factores como bajos salarios o menor inversión en los sistemas
educacionales, de vivienda o salud. Esto es así, porque, crecientemente, el
desarrollo económico se basa en factores tales como procesos de producción
intensivos en información permanente, innovación tecnológica y altas tasas de
ahorro para financiar inversiones, que no son compatibles con una población
empobrecida y marginada. Tres razones apoyan esta tesis:
o la calidad ambiental' está siendo apreciada por los consumidores como un atributo
deseado de los productos agrícolas, no sólo en términos de la ausencia de
contaminantes en el producto mismo, sino también en relación con el efecto que
el proceso de producción tenga en la calidad de los recursos físicos y
biológicos.
o la competitividad y la sostenibilidad son atributos recientemente
interrelacionados, porque los conflictos ambientales intersectoriales han sido
reconocidos como fuente importante de ineficiencia.
o se
han documentado numerosos casos que muestran que la degradación ambiental se ha
convertido en la mayor causa de decrecimiento de la productividad y/o
incremento de los costos de producción.
Sin
embargo, es más fácil reconocer conceptualmente el vínculo positivo entre
competitividad, sostenibilidad y equidad social, que operacionalizar este
enfoque del problema. Diversas instituciones están explorando proyectos de
investigación y desarrollo, diseñados e implementados a escala de micro
regiones, para intentar disminuir esta brecha, porque a este nivel es posible
operar simultáneamente con variables que tienen influencia en los tres
objetivos.
En
particular, la discusión en relación a colocar el énfasis en el desarrollo
agrícola (acento económico) o en el desarrollo rural (acento social), o aquella
sobre la 'viabilidad' de ciertos estratos campesinos, carecen de significado si
se desarrollan en el contexto de proyectos que buscan fortalecer sistemas
agrícolas a nivel de micro regiones en lugar de fincas.
4.
Desarrollando una
competitividad sistémica amplia
La
mayoría de los actuales proyectos latinoamericanos con orientación de sistemas,
diseñan planes de investigación y desarrollo para cubrir todos los vínculos
relevantes de la cadena requerida para generar el producto y llevarlo al
comprador, en el tiempo apropiado, en los volúmenes requeridos, con las
especificaciones de calidad demandadas y a un precio competitivo.
La
agricultura de contrato que vincula pequeños agricultores con agroindustrias
específicas, es un canal promisorio para tener acceso a mercados
internacionales que son altamente competitivos y exigentes en la especificación
de producto y su calidad.
La
agroindustria presenta tres características que la hacen particularmente
valiosa para el propósito de fortalecer la agricultura de pequeña escala basada
en la familia:
o mayor
flexibilidad que otras industrias en la escala o magnitud de las inversiones de
capital fijo requeridas, lo que permite un rango más amplio de escalas para
'ajustar' los recursos de las unidades locales, con las cuales debe
articularse.
o permite
la integración de procesos de capital y mano de obra intensivos, especialmente
en las actividades agrícolas que ofrecen materia prima para la agroindustria.
o las
agroindustrias imponen un calendario de producción, volúmenes y especificación
de calidad y, a través de ellos pueden jugar un papel en la integración y
organización de esas unidades que son sus proveedores directos o indirectos.
Los
sistemas de producción que integran agroindustrias con la pequeña agricultura
tienen una ventaja competitiva más grande en esas áreas donde los procesos
primarios son muy intensivos en mano de obra por unidad de tierra, y en los
cuales la mecanización no es una opción eficiente. Esto es así porque el costo
de oportunidad de un pequeño agricultor tiende a ser menor que el del sector
capitalizado.
Esta
ventaja es mayor cuando el producto agrícola es altamente perecible y no puede
ser obtenido fácilmente en el mercado abierto; y cuando la materia prima tiene
un costo alto por unidad de volumen y los costos de transacción y transporte
son de menor importancia relativa.
Sin
embargo, es importante subrayar que la búsqueda de oportunidades
agroindustriales y agro exportadoras para pequeños productores no precluye la
producción competitiva de alimentos básicos para los mercados regionales y
nacionales, como una plataforma conveniente de desarrollo efectivo. De hecho,
ésta puede ser la mejor opción para abrir el acceso a alternativas
económicamente viables, para comunidades de campesinos que no tienen la
infraestructura, los recursos naturales o el capital requeridos para llevar
productos a los mercados internacionales o a las agroindustrias.
5.
Aprendiendo a construir
alianzas estratégicas con nuevos socios
Los
nuevos proyectos de investigación y desarrollo con orientación de sistemas, han
aprendido que ninguna organización por sí misma es capaz de proveer todas las
capacidades requeridas para manejar los problemas relevantes y las dimensiones
involucradas en la tarea de alcanzar una posición competitiva en los mercados.
El proyecto o la organización autosuficientes, son cosas del pasado.
Debe
señalarse que la disminuida capacidad del sector público para actuar como
proveedor directo de servicios, tales como crédito o infraestructura de
mercadeo, implica que crecientemente el sector privado necesitará estar
involucrado en los proyectos de investigación y desarrollo de sistemas
agrícolas rurales.
Los
sistemas de innovación tecnológica y de gestión; el mercadeo de servicios y
productos y el acceso a servicios e insumos; el financiamiento de inversiones
de largo plazo; y el fortalecimiento de las organizaciones de agricultores; son
cuatro componentes claves que en una u otra forma han sido resueltos por todos
los proyectos que han sido exitosos en el desarrollo de la competitividad de
los sistemas agrícolas campesinos en el largo plazo.
No
es concebible que una organización individual de investigación agrícola o
desarrollo rural, pueda generar la capacidad requerida para comprender y actuar
efectivamente en esos cuatro componentes instrumentales básicos. Más aún, el
sector público en la mayoría de países latinoamericanos está claramente
retirándose de aquellas áreas específicas que implican una intervención
económica directa. La consecuencia es que las organizaciones de investigación
agrícola y desarrollo rural, deben aprender a construir asociaciones
interinstitucionales estratégicas, y también que la cooperación pública-privada
es una condición sine qua non para el éxito.
El
ajuste será más difícil en el caso de las instituciones de investigación
agrícola, que en el de las organizaciones de desarrollo rural, porque las
anteriores han tenido dificultades históricas en vincular los temas de
innovación tecnológica con los de desarrollo agrícola. Más aún, existe una
fuerte tendencia en muchos círculos de investigación a ver esta línea de
pensamiento como una intrusión no deseada para la esencia de los quehaceres
científicos. El problema no será resuelto, si no se entiende que el objetivo no
es que los científicos dejen la investigación para tomar otras tareas para las
cuales no están preparados ni entrenados, sino orientar la investigación para
responder a la demanda de los clientes, y aprender a trabajar en íntimo
contacto con otras agencias y organizaciones, que pueden proveer los bienes y
servicios que son requeridos para una innovación tecnológica efectiva.
6.
Proyectos flexibles para la
innovación permanente
Es
necesario revisar nuestros esquemas metodológicos, generalmente lineales, en
los cuales un objetivo fijo y casi invariable se define al comienzo del
proyecto para ser alcanzado a través de una serie de pasos o etapas prediseñadas.
La
misma naturaleza del proceso de innovación en el nuevo escenario, implica que
ha llegado a ser casi imposible establecer trayectorias óptimas para los
proyectos. Entonces, los proyectos de la nueva generación con enfoque de
sistemas tienden a ser dirigidos por la demanda o a ser 'proyectos creadores de
proyectos'. En este sentido, los procesos de innovación; los mecanismos para la
adaptación rápida a las condiciones cambiantes; el acceso rápido a servicios;
las organizaciones de productores fuertes, efectivas y funcionales, son, en el
largo plazo, productos tan importantes de un proyecto como el producto
tecnológico mismo.
Para
alcanzar esto, los proyectos con enfoque de sistemas, deben desarrollar una
comprensión de las relaciones entre las variables macro y micro, y deben
establecer capacidades para investigar mercados y tendencias tecnológicas, para
capturar nuevas oportunidades de desarrollo que aparecen inesperadamente, y
para reaccionar ante circunstancias imprevistas que pueden afectar los
resultados del proyecto.
El
desarrollo económico, social y tecnológico en el nuevo escenario de la
agricultura venezolana es mucho más dinámico que en el pasado. Las
instituciones y proyectos deben estar equipados para trabajar en un contexto de
cambios rápidos y, ya no sólo de riesgo, sino fundamentalmente de
incertidumbre.
7.
Desarrollando capacidades
permanentes en las comunidades locales
Los
proyectos exitosos de desarrollo rural siempre involucran grupos de
agricultores, porque hoy en día la innovación es un fenómeno social y
sistémico, y porque los sistemas de fincas individuales y aisladas no pueden
esperar alcanzar competitividad en el nuevo escenario.
Se
requieren organizaciones funcionales de agricultores para que los productores
campesinos puedan alcanzar economías de escala, tener acceso a bienes y
servicio bajo condiciones adecuadas, negociar con los compradores de sus
productos y mejorar sus sistemas de mercadeo, implementar servicios de gestión
de alta calidad que son indispensables en esta era de gran competencia y, en
último análisis, tener la capacidad de capturar una proporción mayor de los
beneficios de las actividades productivas.
La
mayoría de las instituciones públicas de investigación agrícola, han sentido
que el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones locales, es una tarea
distante. Por el contrario, las organizaciones no gubernamentales y empresas
sociales (ONGs, cooperativas) han desarrollado una experiencia importante en
este aspecto, en la mayoría de los países latinoamericanos. Afortunadamente, en
muchos de estos países es frecuente apreciar como innovativos esquemas en que
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajan juntas en el
diseño e implementación de proyectos de investigación agrícola y desarrollo
rural.
Aunque
esta tendencia a una mayor cooperación pública-ONGs-cooperativas, no está libre
de problemas y limitaciones, el hecho importante es que, en muchos casos, se
han identificado objetivos comunes, y que esquemas exitosos han sido desarrollados
para diseñar e implementar programas conjuntos y/o complementarios, de
investigación, extensión y desarrollo rural. Como casi todas las ONGs basan su
trabajo en alguna forma de colaboración con organizaciones locales o regionales
de agricultores, estos esquemas han, en efecto, servido para el propósito de
llevar a las instituciones públicas de investigación agrícola hacia una
relación más cercana con grupos de campesinos organizados.
Existen
temas específicos relacionados con las organizaciones funcionales de
agricultores que aún necesitan ser mejor entendidos y que merecen una mayor
atención de los proyectos con enfoque de sistemas. La transición entre grupos
locales de agricultores, más o menos informales, y organizaciones de
agricultores bien estructuradas, capaces de operar como proveedores eficientes
de bienes y servicios, es un proceso complejo. Sin embargo, a menos que podamos
avanzar en esa dirección, el desarrollo de los pequeños agricultores dependerá
siempre de los fondos, la ayuda técnica y la gestión externos, y sabemos bien
que esta es una prescripción segura para fracasos y frustraciones frecuentes.
D) NUESTRA
PROPUESTA ORGANIZACIONAL.
La
concreción de los postulados de acción arriba descritos, permitiría viabilizar
el conjunto de propuestas programáticas y proyectos para el sector agrícola que
con seguridad cambiarán el espectro de calidad de vida de densos sectores del
colectivo anzoatiguense, para lo cual proponemos una alianza estratégica entre EL
GOBIERNO DE ANZOATEGUI y nuestra FUNDACION AGROECOLOGICA DEL ESTADO ANZOATEGUI.
En tal sentido proponemos la estructuración del CONSORCIO AGRICOLA DE ANZOATEGUI
con la participación concertada de los esfuerzos gerenciales, tecnológicos y
financieros del Gobierno Estadal y la Fundación, a los fines de emprender
mancomunadamente las tareas de formulación y gestión de los proyectos agrícolas
y agroindustriales necesarios para impulsar definitivamente el desarrollo del
Estado Anzoátegui y de la región oriental.
1.
VISION DEL CONSORCIO AGRÍCOLA
DE ANZOATEGUI.
La visión de este proyecto de inversión productiva es
la creación de un conglomerado de
agro-productores en los estados orientales dentro de un marco de redefinición y
modernización de los procesos agroproductivos, con iniciativas, esfuerzos y
trabajo conjunto entre gobierno y sector privado, con la idea fundamental de
sustituir el agotado esquema de la “agricultura de subsistencia” por un esquema
moderno y competitivo de “agricultura de la agrogerencia”, enfocada en
mercados, sistemas de agroinformación, innovación, diferenciación y
productividad, transformando la actividad agroproductiva en una altamente
competitiva, sostenible y de avanzada.
2.
OBJETIVO
GENERAL DEL CONSORCIO.
El objetivo general es desarrollar un modelo de
agro-producción de alta capacidad y competitividad para enfrentar el mercado
regional, nacional e internacional, con más y mejores productos diferenciados y
de alto valor agregado, elaborados con eficiencia y responsabilidad ambiental,
generando crecientes niveles de riqueza, empleos productivos, progreso y
bienestar para la colectividad de nuestro Estado con impacto además en los
demás estados orientales.
3.
OBJETIVOS
ESPECIFICOS DEL CONSORCIO.
a. Contribuir al establecimiento y desarrollo de los
Sistemas Agroproductivos Municipales en Anzoátegui.
b. Mejorar la productividad, competitividad y rentabilidad
de los recursos productivos utilizados en la actividad por los distintos
actores, en especial, la rentabilidad del recurso tierra, mediante la
optimización de los recursos aplicados y la inserción de nuevas tecnologías de
agroproducción.
c. Diversificar y potenciar la producción, para atender
la demanda insatisfecha del mercado regional y nacional, a través de un moderno
esquema de agro-comercialización, propendiendo a la exportación de los
productos excedentarios.
d. Fomentar la creación de mercados locales y regionales eficientes
de insumos, productos y servicios relacionados con las actividades
agroproductivas.
e. Agregar más valor con estrategias de diferenciación y
atención de nichos y segmentos de mercado, y con el semiprocesamiento y
procesamiento industrial de nuestros productos.
f.
Contribuir al mejoramiento de la gestión ambiental a
todos los niveles de las actividades agroproductivas.
4.
PRINCIPIOS
DE ACCION DEL CONSORCIO.
a. Incrementar la eficiencia productiva, determinado por
presión competitiva externa, que genera una consolidación del esquema
productivo local, con miras a la conquista de mercados regionales, nacionales e
internacionales.
b. Incrementar la capacidad productiva y su eficiencia,
en medio de un clima de negocios dinámico de estrategias complejas,
especialización e innovación, con altos y crecientes niveles de inversión y
reinversión en industrias directas y relacionadas.
c. El desarrollo de factores especializados, con capacitación
técnico-agrícola, técnico-industrial, agroempresarial y científica;
transferencia y generación directa de tecnologías, alto desarrollo
institucional y coordinación entre sector público y privado, con opciones de
financiamiento oportuno, adecuado, no subvencionado y de largo plazo.
d.
El establecimiento de los mas altos estándares de
desempeño en materia de calidad, inocuidad, sanidad y gestión ambiental.
PRESENTADO
POR:
DR.
JESUS ANTONIO BARRIOS CLAVIER
MEDICO
Y ABOGADO.
Vicepresidente de la Fundacion
Agroecológica del Estado Anzoátegui
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