CENSO AGROPECUARIO DE ANZOATEGUI

viernes, 30 de agosto de 2019

UNA PROPUESTA ESENCIAL PARA EL ESTADO ANZOÁTEGUI..!!


PROPUESTA DE REFORMULACION ESTRATEGICA Y MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA AGROPRODUCTIVO DEL ESTADO ANZOÁTEGUI.

LA AGRICULTURA COMO ESTRATEGIA DE PAIS
LA DIRECCIÓN CORRECTA


La historia reciente de la agricultura, del desarrollo y la prosperidad rural, en nuestro País, es una historia de oportunidades perdidas. Los esfuerzos financieros del Gobierno Nacional y Estadal se han convertido en agua y sal ante el embate de los agentes de la corrupción, que constantemente medran alrededor de las iniciativas de los gobiernos en materia de priorizar esfuerzos y caudales financieros hacia el sector rural y al fomento de la agricultura y la prosperidad rural.

Poco se ha logrado en materia de producción agrícola, y menos en el campo de la productividad rural, a pesar del reposicionamiento del asunto agrícola en la agenda gubernamental, y a pesar de cuantiosos recursos públicos aplicados fundamentalmente a través de instituciones financieras del Estado y otras entidades financieras públicas nacionales y estadales. Los productores agrícolas tradicionales, pero sobre todo los neo-productores improvisados, aquellos con bastante esperanza en la posibilidad de insertarse en un nuevo escenario de productividad y de mejoramiento de sus condiciones reales de vida, y éstos, con más agallas que esperanzas, han visto nuevamente como los dineros públicos que se aplican al campo venezolano salen subrepticiamente por caminos verdes y atajos hacia otros destinos, convirtiéndose rápidamente en vehículos lujosos, propiedades en zonas de lujo, yates, y hasta aviones. Mientras tanto el productor verdadero sufre nuevamente al verse relegado a un segundo plano, con la sensación de una nueva oportunidad perdida y la convicción de que nuevamente asistimos al derroche de las políticas  públicas agrícolas. Un Gobierno Nacional auténticamente democrático, actuando responsablemente, y en la convicción de que la corrupción inmersa en la ejecución de las políticas agrícolas es pieza fundamental en el derrumbe de la capacidad productiva del agro venezolano pero también del empobrecimiento de nuestros productores agrícolas, ha emprendido una campaña nacional de control e investigación de estas corruptelas, que en su mayoría son de vieja data, lo cual ha comenzado a derivarse hacia los Tribunales competentes para sancionar a los responsables.

De cara a esta realidad, el País se halla frente a la necesidad, como sociedad organizada, de enfrentar la seguridad alimentaria de los venezolanos, como paso esencial para fortalecer y preservar la seguridad como Nación y por ende la sobrevivencia del Estado venezolano. Urge profundizar el combate de la pobreza, que azota los sectores de las barriadas populares que se agolpan en los suburbios de nuestras grandes ciudades, pero que sobre todo, es cruda realidad en el campo venezolano, donde cerca del 45% de sus pobladores se encuentran en estado de indigencia.

Por otra parte, cuando examinamos la evolución de la agricultura, y de los esfuerzos gubernamentales de los distintos países de América Latina y el Caribe (ALC), nos obliga a concluir:
·        Entre 1998 y 2000 se dio una expansión de la producción agropecuaria, pero en los años siguientes ésta dio muestras de desaceleración, siendo las pequeñas economías de las regiones Andina, Caribe y Central, que dependen altamente de la agricultura, las que han presentado las menores tasas de crecimiento.
·        Las Américas continúan siendo la única región exportadora neta de alimentos del mundo, aunque en los últimos años muestra una tendencia al deterioro de su balanza comercial agroalimentaria.
·        Si bien la tasa de crecimiento de la producción de  alimentos en las Américas ha aumentado, esta evolución no se ha dado igual en todas las regiones (por ejemplo, ha sido positiva en la Región Sur, mientras que en la Región Central ha sido negativa), como resultado de  las diferencias en las inversiones públicas en investigación y en la oferta de tecnología.
·        Aunque se reconoce que el conocimiento es uno de los factores cruciales para la competitividad, los avances en esa área han sido limitados y la inversión en ciencia y tecnología insuficiente.
·        ALC utiliza predominantemente los recursos naturales como fuente de competitividad, modelo de desarrollo agrícola que no será sostenible en el mediano y largo plazos, dada la restricción de la expansión de la frontera agrícola.
·        Los desastres naturales han ido presentándose con más frecuencia y con mayores efectos en los países del Caribe y Centroamérica y en algunos de la Región Andina.
·        La pobreza y la indigencia rurales siguen siendo un problema mayor en ALC, donde existen al menos 222 millones de personas pobres, de las cuales 97 millones viven en condiciones de  indigencia. Hay 75 millones de pobres rurales, de los cuales 46 millones son indigentes rurales.
·        La baja productividad del trabajo agrícola parece ser el principal determinante de las bajas remuneraciones en el ámbito rural, lo que ha dado paso a un sensible crecimiento de las actividades no agrícolas en el mercado de trabajo rural, desde la década de los noventas.
·        La situación de los pueblos indígenas, que representan cerca del 10% de la población total de ALC, es alarmante: en la mayoría de los indicadores de desarrollo se encuentran muy por debajo del promedio del resto de la población.
·        Los ministerios de agricultura se enfrentan a un dilema: deben afrontar nuevos desafíos, pero al mismo tiempo se han visto obligados a limitar el apoyo al sector agrícola, debido principalmente a restricciones presupuestarias.
·        El gasto público agrícola y rural creció en términos reales en casi todos los países del hemisferio durante la última década; sin embargo, su proporción en el gasto público total ha ido disminuyendo.
·        La participación del sector privado en la transformación institucional de la agricultura es aún limitada, observándose mayores avances en asumir funciones públicas en materia de sanidad agropecuaria e inocuidad de los alimentos y en menor medida en investigación y desarrollo.

Como resultado de un análisis de las perspectivas para la agricultura y la vida rural, se llega a las siguientes conclusiones:

·        Se espera que la economía mundial crezca fuertemente en la siguiente década, como resultado de la recuperación de las principales economías del mundo. La región de América Latina y el Caribe (ALC) crecería alrededor del 4% como promedio anual.
·        El sector agrícola de los Estados Unidos y de la Unión Europea sufrirán fuertes cambios en sus políticas internas de apoyo al sector y en los subsidios a la exportación, lo que tendrá un impacto negativo en sus balanzas comerciales agrícolas.
·        China se proyecta como un mercado de mayor interés, pues la creciente capacidad de consumo de sus habitantes y la mayor apertura comercial obligarán a consumir una mayor parte de su producción de cereales y a importar una mayor cantidad de soya, trigo, maíz, cebada, frutas y carne, lo que podría significar oportunidades comerciales para los productores de las Américas.
·        Se espera que la producción agropecuaria mundial siga creciendo como consecuencia de aumentos en la productividad y no de la incorporación de nueva superficie, pero el consumo crecerá a menor ritmo que la producción.
·        El comercio agropecuario seguirá expandiéndose, aunque sin alcanzar las tasas de crecimiento observadas durante la década de los noventa.
·        Los precios de los commodities estarán expuestos a presiones a la alza (debido, por ejemplo, a la reducción de los subsidios), pero también a presiones a la baja, como resultado de sobreofertas o de crecimientos más lentos de la demanda.
·        En los mercados agropecuarios, se incrementarán los segmentos de productos asociados a condiciones saludables (orgánicos, por ejemplo), de productos preparados y de alimentos étnicos, pero la producción se irá ajustando cada vez más a los requerimientos específicos de la demanda y al cumplimiento de estándares de inocuidad y calidad.
·        Habrá una mayor presencia de las cadenas agroalimentarias,  más acotadas e integradas verticalmente, lo que conlleva el peligro de dejar fuera del mercado a los pequeños productores que no puedan enfrentar las exigencias de la comercialización a escala. Estos deberán optar por diferenciar el producto y atender nichos específicos.
·        La pobreza en el sector rural no se podrá reducir, en tanto no se eliminen las brechas tecnológicas entre los sectores agroindustriales tecnificados y los artesanales y no se incorpore el análisis de la distribución de los beneficios de la tecnología en su diseño.
·        Los movimientos reivindicativos de los grupos menos favorecidos en las zonas rurales se incrementarán, por lo que se espera que las autoridades fomenten un diálogo político formal para solucionar los problemas de la distribución inequitativa del ingreso y de la tierra y asignen más recursos a los temas de la educación, la capacitación y la extensión.
·        En el tema ambiental los gobiernos adoptarían efectivos controles y políticas de incentivos para evitar la continua degradación de los recursos naturales; además, la empresa privada adquiriría conciencia y avanzaría en la internalización de los costos ambientales.
·        En muchos de los países de ALC la agricultura seguirá utilizando tecnologías que basan su competitividad en los recursos naturales. Si bien muchos de los territorios rurales de ALC compiten con base en sus condiciones agroecológicas, esto podría volverse muy riesgoso en el futuro.
·        El cambio climático podría  afectar las condiciones agroecológicas, hasta el punto de que podría permitir que territorios tradicionalmente de clima templado incursionen en productos típicos de climas tropicales.

El examen crítico y responsable de la realidad agrícola nacional, pero sobre todo de la multidimensionalidad del reto que le toca enfrentar el Gobierno, impone la necesidad de asumir una nueva lógica y una nueva dialéctica en el proceso de reorientación de esfuerzos y recursos nacionales, en pro de la prosperidad rural, el abatimiento de la pobreza y el incremento de la productividad del agro venezolano. Para ello, debemos emprender cuatro grandes desafíos:

1.    Producir de cara al mercado. Los actores de las cadenas agroalimentarias deben abandonar el enfoque ofertista y adoptar un paradigma en donde la demanda sea la que dirija la producción, observando en primer término la demanda nacional y por supuesto la demanda internacional. Esto  solamente será posible si: i) se observan los cambios en el  orden mundial, ya sea para aprovechar las ventajas de nuevos mercados o para conformar acciones estratégicas contra potenciales competidores; ii) se actúa anticipando las reformas en el marco multilateral, con el  objetivo de aprovechar los beneficios de la eliminación de subsidios; iii) se monitorean los determinantes de la demanda, con el objetivo de ir ajustando tanto los productos como las prácticas de manufactura; iv) se gane la confianza del consumidor garantizándoles el cumplimiento de los requisitos de SAIA; v) se definan las  nuevas competencias, estrategias y planes de trabajo de los ministerios de agricultura; y vi) se fomentan esfuerzos cooperativos público-privados para el desarrollo de los agronegocios.
2.    Revolución tecnológica. Producir de cara al mercado también requiere que la agricultura y los territorios rurales se monten sobre la ola de la revolución tecnológica. Es necesaria una reconversión de la actividad agrícola compatible con la conservación de los recursos naturales, rentable económicamente, sustentada en la gestión del conocimiento para el mercado y centrada en procesos de innovación tecnológica orientados al agronegocio. Para lograrlo, es necesario mejorar el flujo y el manejo de la información mediante la inserción de los sectores rurales y agropecuarios en el mundo digital, así como la renovación de los modelos institucionales y la generación de mayores recursos (capitales y humanos) para las instituciones públicas de investigación.
3.    Reducir la pobreza rural y mejorar la distribución del ingreso. Es necesario crear empleos dignos en la agricultura y en actividades no agrícolas en los sectores rurales, así como promover un nuevo modelo de desarrollo nacional que considere lo rural como un asunto estratégico, eliminando la persistencia de la pobreza y la inequidad. Esto es viable en la medida en que se cambie el estilo de crecimiento actual, trasladando los beneficios hacia los más pobres, reconociendo el aporte real de todos los actores de la cadena, mejorando la distribución de los beneficios y fomentando la colaboración social, el fortalecimiento de las familias y la dignidad de los habitantes rurales.
4.    Fomentar el desarrollo de las capacidades de los actores de las cadenas y del sector rural. Este desafío es instrumental para  generar las condiciones que permitan abordar con éxito los tres anteriores. Se requiere convertir a los productores del campo en agroempresarios, asumiendo una cultura de “empresarialidad” a ultranza, para lo cual es esencial mejorar su conocimiento, su capacidad de gestión, su lectura de las demandas de los mercados; conocer los requisitos que gobiernan las transacciones comerciales nacionales e internacionales y, sobre todo, basar las decisiones de negocios en información correcta y oportuna. A la vez, será necesario crear nuevas capacidades organizacionales que permitan incorporar la agricultura familiar y los pequeños productores en la cadena de producción-abasto. También se necesitan nuevas habilidades, aptitudes y conocimientos para desempeñarse en las actividades no agrícolas en los territorios rurales y acceder a empleos de mayor calidad y remuneración.

Es innegable, que en los últimos 40 años los distintos Gobiernos han realizado importantes esfuerzos para direccionar y cimentar un modelo de desarrollo centrado en la agricultura y la vida rural. Solo hemos logrado, como Sociedad, pendular entre la Reforma Agraria y la actual Economía de Puertos. La reflexión sobre un nuevo modelo de desarrollo agroproductivo y rural,  abre espacios para la construcción de una institucionalidad que promueva la cooperación, la responsabilidad compartida y la plena convergencia de objetivos y estrategias entre el Estado y la Empresa Privada. Se trata de una institucionalidad renovada con capacidad para gestionar el interés y el compromiso de todos aquellos actores vinculados al desarrollo de la agricultura y al alcance pleno de la prosperidad rural, que deviene de la concepción holística de estos aspectos del progreso social, y que requiere de un espacio para la reflexión y acción sobre asuntos estratégicos de la vida rural, las cadenas agroalimentarias y el entorno nacional e internacional.

El análisis que podamos hacer acerca de los modelos de desarrollo aplicados en las últimas décadas, invita a reflexionar sobre la posibilidad de construir un tipo de desarrollo incluyente, centrado en el bienestar y en las aspiraciones de las personas y de las comunidades rurales. Esto hace necesario, propiciar un nuevo equilibrio entre lo rural-urbano, que atraiga mayores inversiones a los sectores rurales y que contribuya a aumentar la producción y la productividad.

Planteamos una alianza estratégica entre Gobierno Estadal, ONGs y la Empresa Privada, para dar impulso y continuidad a las políticas del Gobierno Nacional y a los esfuerzos nacionales de desarrollo. Para ello planteamos el desafío de construir una nueva institucionalidad, que contemple la participación y el aporte de nuevos actores, con el propósito de auspiciar la colaboración entre instituciones públicas y privadas, la mejor articulación de los esfuerzos para el desarrollo entre instancias nacionales y regionales, y el desarrollo de mecanismos de trabajo que promuevan la colaboración, la gestión y la responsabilidad compartida.

El desafío a enfrentar y los objetivos a alcanzar para el desarrollo de la agricultura y la prosperidad rural son de una magnitud importante. La participación creciente de los actores públicos y privados en los procesos productivos, comerciales y políticos demanda capacidades técnicas, empresariales y políticas mejoradas. La adopción de funciones nuevas en la institucionalidad emergente exige también un mejoramiento de las capacidades de diálogo, negociación y concertación de compromisos de colaboración entre otros actores de la economía y la sociedad, nacional e internacional.

Las sociedades transitan aceleradamente hacia una economía en la cual el conocimiento irrumpe como el principal activo para el desarrollo, y la comunidad de la agricultura y de los sectores rurales no pueden quedarse rezagados de esta realidad y tendencia mundial.

En consecuencia, es urgente desarrollar nuevas formas colaborativas de trabajo, que potencien el conocimiento como recurso estratégico para concretar los objetivos del desarrollo sostenible de la agricultura y la vida rural, la seguridad agroalimentaria de la Nación y la prosperidad rural.

La valoración renovada de la contribución de la agricultura y del medio rural al desarrollo, acorde con el reconocimiento político de su importancia, expresado a los más altos niveles políticos de la Nación, constituyen dos vigorosas fuerzas para que los líderes de la comunidad de la agricultura y de la vida rural enfrenten los desafíos planteados, mediante una acción conjunta concertada y planificada.

NUESTRA VISION DE FUTURO

La visión que se tiene de la agricultura del futuro en nuestro país, si se definen políticas y se construyen organizaciones capaces y sustentadas en las consideraciones antes expuestas, se puede describir en base a los siguientes razonamientos:

Un número creciente de agricultores exitosos estarán dedicados a la agricultura con entusiasmo y generando ingresos satisfactorios. Esta visión incluye especialmente una proporción cada vez mayor de pequeños productores que han logrado incorporar cultivos más rentables, y que tienen éxito en la comercialización de productos de mayor calidad y más valor agregado. En este mismo ámbito se ve una estructura agropecuaria de mediana y pequeña propiedad, como elemento fundamental de un modelo socialmente sostenible. Es decir la no polarización entre las grandes propiedades y el minifundio.

Alrededor de la agricultura, se forjará una estructura de empresas privadas exitosas que ofrecen servicios, semillas, insumos, equipos, maquinaria y financiamiento para los agricultores. Este conjunto de empresas conexas a la agricultura habrá reemplazado a las instituciones públicas que ofertan servicios gratuitos con limitado impacto en la competitividad de la agricultura. Dentro de estas empresas privadas se verán aquellas determinantes de las innovaciones tecnológicas (proveedores de semillas, asistencia técnica, laboratorios de suelos y aguas, instancias de control de calidad de productos, etc.), y empresas que hacen posible que los productos se industrialicen y comercialicen  en forma eficiente hasta los centros de consumo.

En el camino hacia una agricultura moderna, se ve a las organizaciones gremiales de productores, asumiendo un rol mucho más relevante y congruente con un proceso de transformación de las instituciones públicas, y del surgimiento de iniciativas privadas. Tanto las organizaciones especializadas por producto, como aquella con responsabilidad en ámbitos geográficos específicos y los gremios nacionales del agro habrán asumido funciones renovadas para ofertar servicios que permitan el desempeño exitoso de los agricultores.

Se les ve también formando parte de un sistema de organizaciones del sector privado agropecuario, en el que están claramente definidas las responsabilidades a distintos niveles. Se ve también a los agricultores sintiéndose comprometidos con sus organizaciones gremiales, respaldándolas económicamente y asumiendo responsabilidades para la gestión.

En una visión de futuro de la agricultura, se ve también a los profesionales del sector, agrónomos, ingenieros agrícolas, zootecnistas, forestales, economistas agrícolas y administradores de empresas, empleados en la actividad privada, y contribuyendo directamente en función de la formación profesional que han recibido. Se les ve también formando parte de empresas proveedoras de servicios y dedicadas a la producción.

En una perspectiva de futuro no se ve al Gobierno definiendo planes de producción por rubros, como por ejemplo: maíz, arroz o caña de azúcar, ni mucho menos creando expectativas sobre los mismos. Se ve más bien un mensaje congruente que motiva a los productores organizados a valorar las perspectivas en los mercados y en base a ello, definir su estrategia de producción, buscando conjugar los criterios de rentabilidad, costos, y riesgos, pero especialmente valorando las condiciones y perspectivas en los mercados. Una vez definida la estrategia por rubros, el gobierno fomentará que los servicios se oferten como parte de una economía de mercado, y asumirá responsabilidades concretas en los campos de la investigación y la información.

En una visión de futuro se ve una agricultura en la que se han hecho y se hacen en forma permanente innovaciones tecnológicas. Ellas se sustentarán en el uso del material genético de mejor calidad, herramientas y equipos adecuados y sobre todo muy ricas en conocimientos. Este será el gran cambio deseado en la agricultura, de modo que sea en base a este conocimiento que se crean las bases para ganar competitividad. Se anticipa que como resultado del uso de estas tecnologías, aumentarán los ingresos netos por hectárea, se utilizarán mejor los subproductos y desechos y se aprovechará mejor el agua y el suelo y que en general se tendrá un impacto positivo en el ambiente.

En este último sentido, se espera que la innovación tecnológica se sustente en el principio de que es mucho más rentable internalizar las exigencias ambientales en la empresa con una actitud positiva, en lugar de pagar los costos de la resistencia al cambio.

El resultado de una agricultura que se desarrolle con esta visión, será sumamente positivo. La gente que se quede en el campo recibirá una remuneración mayor como propietario de la tierra o como trabajador. Se desencadenarán efectos multiplicadores por la interacción de la agricultura, la agroindustria y la industria y servicios conexos. Esto último a su vez permitirá construir las bases para un desarrollo rural realmente sostenible.

La visión que se ha planteado para la agricultura no es la de un modelo agroexportador. Es más bien la visión para un modelo sustentable, y que les permita a los agricultores, y a los otros actores involucrados, competir exitosamente en el mercado interno y externo. Si esta visión es respaldada por un programa de fomento de la innovación y la competitividad puede esperarse que en nuestro país aumenten las exportaciones de productos de la agricultura y que disminuyan las importaciones de aquellos productos que se pueda producir en forma competitiva.

La visión que se tiene de la agricultura, será la que permita crear riqueza y oportunidades en el medio rural, mas no debe ser vista como un programa de alivio a la pobreza. En este último sentido se anticipa que en forma complementaria cada gobierno, en el futuro, continuará todas aquellas acciones orientadas a mejorar la capacidad de la población rural más pobre para incorporarse con ventaja en la economía del mercado, y participar en una agricultura moderna, ya sea como productor o como oferente de servicios.

QUE PROPONEMOS?

PROPUESTA GERENCIAL PARA LA PUESTA EN MARCHA DEL
PROGRAMA DE DESARROLLO AGROPRODUCTIVO Y RURAL SOSTENIBLE


I. INTRODUCCIÓN.


La realidad socio-económica de los Estados orientales, se ha convertido en una realidad histórica carencial cada vez más cruda en cuanto a su contexto de pobreza y marginalidad, a pesar del desarrollo de su potencial petrolero y gasífero, el cual ha venido convirtiéndose para el pueblo oriental en una ilusión o espejismo en el desierto, que ha venido minando las esperanzas de este pueblo en las últimas tres décadas.

Continúa su desarrollo petrolero, se acentúan las inversiones en el sector energético primario, pero aún continuamos viendo como los portones de la empresas operadoras se colman de trabajadores sin esperanzas. Son nuestros campesinos, que desarraigados de su medio por la miseria e impulsados por un ineludible compromiso familiar, se lanzan a la aventura de pelear (incluso a muerte) por un cupo de trabajo que nunca llega.

Revertir esta realidad, significa la necesaria convocatoria del esfuerzo del sector privado y del Gobierno Nacional. En esto coincidimos con los estudiosos del problema de la pobreza en nuestra nación. No hay superación posible de la pobreza sin que empresa privada y Gobierno acuerden estrategias y sumen iniciativas en la generación de empleos y elevación de los activos (salud, educación, vivienda, artes y oficios, organización y productividad entre otros..) de los trabajadores. No habrá cambio del perfil de pobreza, en tanto que los sectores más pobres no despierten y fomenten una voluntad de organización y de incremento de su poder y productividad. Para la superación de la pobreza de amplios sectores populares se requiere un acuerdo social básico con seguridad jurídica y verdadera pasión política para llevarlo a cabo. Si no agotamos esfuerzos, se acentuará la miseria, la conflictividad social y la ingobernabilidad.

Un Gobierno auténticamente democrático, deberá continuar expresando y profundizando su compromiso ante el Pueblo de Venezuela, para impulsar esfuerzos concertados y orientados al abatimiento progresivo de esta realidad nacional carencial. Su compromiso, en esta nueva etapa de la industria petrolera nacional, debe ser la de impulsar esquemas nacionales y regionales capaces de promover el ordenamiento de los recursos materiales y humanos y enfocarlos hacia programas de reducción de la pobreza de manera sostenida, incentivando la creación de una institucionalidad social pública eficaz y eficiente.

II. LA ORIENTACION ESTRATEGICA DEL PROGRAMA DE DESARROLLO SOCIAL PARA ANZOÁTEGUI.

Continúa siendo baja la priorización de la agricultura nacional como actividad productiva esencial y dinamizadora de la economía nacional y regional. A pesar de las importantes inversiones, planes y programas puestos en marcha en las últimas décadas, seguimos siendo un país vulnerable y dependiente en extremo, de la agricultura  foránea.

El Gobierno Nacional, ha intentado desarrollar una política de incremento de la producción y de la productividad del sector agrícola, prueba de ello son los dilatados programas financieros que se han llevado a cabo a través de las distintas instituciones del circuito financiero agrícola. Sin embargo, sectores ajenos a la buena intencionalidad que se espera de todo Gobierno, se han dedicado a desviar estos ingentes recursos para alimentar beneficio propio y no el nacional. Esta es la vieja historia y triste realidad que ha imperado en el sector agrícola en los últimos 40 años.

Esta claro que Venezuela tiene una serie de ventajas comparativas en el sector minero, dada su dotación de recursos naturales, que ya sabemos se van a mantener por muchos años. Las inversiones y la experiencia acumulada en algunos sectores manufactureros y de servicios en los últimos treinta años han permitido desarrollar una infraestructura y capacidades competitivas básicas que justifican su continuo  apoyo en términos de desarrollo futuro. No obstante, existe un conjunto de sólidas razones para aumentar la prioridad de la agricultura en el país.

 La justificación de mayor peso es el papel que la agricultura juega en el desarrollo económico en general. Un desarrollo balanceado en términos de ocupación del territorio nacional; de distribución del ingreso, tanto en términos geográficos como sociales; de creación de una sostenida demanda; de integración entre distintos sectores económicos, exige un sólido desarrollo agrícola, basado en una población rural próspera. Ello permite reducir el descontrolado crecimiento urbano con sus consecuencias sociales y culturales negativas, sobre todo en aquellas regiones donde viene ocurriendo la concentración de inversiones y desarrollo petrolero-gasífero. Por otro lado, si la agricultura no se desarrolla paralelamente al resto de los sectores de la economía, se ahogan los potenciales efectos multiplicadores de las inversiones urbanas en cuellos de botella y procesos inflacionarios.

La agricultura es la mejor garantía  para un suministro adecuado de alimentos de cualquier país, especialmente en caso de dificultades para el comercio internacional. En consecuencia, a fin de contar con un mínimo nivel de autonomía política y comercial es fundamental tener una determinada capacidad de autoabastecimiento alimentario. La necesidad estratégica de esta seguridad alimentaria, ha sido el argumento central para apoyar decididamente el desarrollo agrícola como pilar fundamental de la sostenibilidad del desarrollo global. La excesiva dependencia de las importaciones que venimos sufriendo en los últimos 30 años, demuestra la dimensión del compromiso que debiera asumir Petróleos de Venezuela frente a un pueblo necesitado.

Sin duda, existente claras oportunidades económicas en la expansión y fortalecimiento de la agricultura en Venezuela. Se cuenta con grandes ventajas comparativas para la producción agrícola en comparación con otros países. Nuestras condiciones climáticas y ecológicas de un alto número de zonas de producción, permiten producir muchos rubros con ventaja, especialmente aquellos de origen tropical. Los sistemas agrícolas menos aprovechados en la actualidad y que tienen suficientes tierras aptas para su desarrollo son precisamente las plantaciones y la fruticultura, y al horticultura de piso bajo. La ubicación geográfica del país y su buena infraestructura portuaria, permite suplir demandas de contra estación en el hemisferio norte, a costos bajos debido a su cercanía con los mercados internacionales más importantes. Ello permite desarrollar una agricultura de exportación, que genera divisas y empleo, teniendo un efecto significativo sobre la economía nacional. Comencemos a sembrar el petróleo.


III. PROPUESTA GERENCIAL PARA UN PROGRAMA DE REACTIVACIÓN AGROPRODUCTIVA.

A)  PLANTEAMIENTO BASICO:

Debemos partir de nuestra premisa esencial: “la agricultura obtiene su energía del sol, pero el desarrollo agrícola lo impulsan las personas”. Vale la oportunidad para precisar además, que “el entusiasmo y la determinación vendrían a ser el motor; las destrezas y el conocimiento serán las herramientas; y las ocupaciones y la ciudadanía (los agricultores) serán las oportunidades.

Si queremos comprender el camino que debe tomar el enfrentamiento de la pobreza, debemos tratar de jerarquizar las características poblacionales, como explicación de la condición de pobreza de los hogares, para lo cual, asumimos la anulación de las diferencias de ingresos que son atribuibles a las diferencias en las variables sociodemográficas consideradas y así, aislando el efecto que tienen las diferencias de las características poblacionales sobre el ingreso, concluiríamos en lo siguiente:
• Eliminando las diferencias de escolaridad, la pobreza se reduciría en 21,3%,
• Eliminando las diferencias entre el sector formal e informal, la pobreza se reduciría en 19,7%,
• Eliminando las diferencias por región en la que viven las personas, la pobreza se reduciría en 18,1%,
• Eliminando las diferencias por sector económico de actividad, la pobreza se reduciría en 13,5% y, finalmente,
• Eliminando las diferencias de género, la pobreza se reduciría en 9,7%.
En razón de lo anterior, las dos palancas para la superación de la pobreza en el país, se encuentran en: hacer todo lo posible por reducir las diferencias educativas de la población y en diseñar políticas económicas que permitan mejorar el acceso al empleo productivo.

Para el desarrollo de un ambicioso programa de transformación de la realidad de pobreza de los sectores rurales en nuestro Estado, donde la prevalencia de la pobreza sobrepasa el 75% de los hogares, contra el 55% de los hogares de las áreas urbanas, proponemos la focalización de los esfuerzos institucionales (GOB NAC., GOB Estadal y ONGs) en nuestros sectores rurales.

En este sentido, es necesario enfatizar que debe adjudicarse la más alta prioridad a asegurar que los elementos esenciales que dinamizan el desarrollo de las áreas rurales estén presentes: mercados para los productos agrícolas, tecnología para la innovación y la productividad de los procesos agrícolas; disponibilidad de insumos a través de suplidores, la presencia de incentivos agrícolas (financiamiento) suficientes y oportunos, y las facilidades de transporte de los productos.

La agricultura es más que cultivos y alimentos. Es una forma de vida, un componente fundamental del sistema económico y social de los países y es un elemento crucial para el bienestar de la sociedad, particularmente de los grupos menos favorecidos. En general se estima que aproximadamente las tres cuartas partes de la producción agropecuaria se destina al desarrollo de otros sectores de la economía. Pero no sólo eso, la agricultura es también un importante consumidor de insumos, por lo que un incremento de la producción agrícola desencadena múltiples procesos productivos en el resto de la economía. La agricultura, entonces, establece importantes relaciones de compra de bienes y servicios para su desarrollo; esto, conjuntamente con la venta de sus productos a otras actividades industriales y comerciales, la convierten en un poderoso motor de la economía nacional, en particular, en el medio rural.

Una concepción integral del desarrollo de la vida rural reconoce también la importancia de las actividades económicas rurales no agrícolas, así como los vínculos entre esas actividades y la agricultura. Es importante resaltar, que las actividades no agrícolas, en el medio rural, generan aproximadamente el 40% de la mano de obra, y viene a representar casi el 50% del ingreso de la población rural.


B)  OBJETIVOS DE NUESTRA PROPUESTA GERENCIAL.

Son tres los grandes objetivos de esta propuesta gerencial que persigue en esencia el desarrollo integral del medio rural:
1.    El desarrollo sostenible de la agricultura y la vida rural.
2.    La prosperidad rural, y
3.    La seguridad alimentaria.


El desarrollo sostenible de la agricultura como propuesta de política gerencial de nuestra FUNDACIÓN AGROECOLOGICA DEL ESTADO ANZOATEGUI, permite plantear el reposicionamiento de una visión del desarrollo, que contempla de manera integral los aspectos productivos y comerciales, ecológicos y ambientales, socioculturales y humanos, políticos e institucionales, por lo que es importante entenderla como componente fundamental de las estrategias nacionales de desarrollo de largo alcance. En los esfuerzos para alcanzar el desarrollo sostenible de la agricultura y vida rural, se debe satisfacer la aspiración de lograr mayor competitividad, sustentabilidad, equidad y gobernabilidad.

El desarrollo sostenible de la agricultura pasa por lograr una modernización de la agricultura que le permita ser competitiva en los mercados, sustentable en el manejo de los recursos naturales y equitativa e incluyente en la distribución de sus beneficios, de manera que contribuya a la gobernabilidad de la sociedad, para que el modelo se pueda sostener en el tiempo.

Para que la agricultura sea competitiva, tiene por un lado, que responder a las exigencias que se le plantean a sus productos para acceder a los mercados internacionales en términos de los factores precio (para lo cual debe ser eficiente) y no-precio (calidad, presentación, oportunidad, cumplimiento con estándares ambientales y probablemente en un futuro próximo con estándares sociales, etc.) y no necesariamente a los estímulos artificiales que suponen los subsidios, o la protección. Por otro lado, tiene que ser rentable, para que justifique una adecuada retribución al esfuerzo productivo; flexible, para que se adapte a las condiciones cambiantes del entorno y de la demanda; innovadora, para incorporar crecientemente el conocimiento como una forma de mejorar continuamente los procesos productivos, de conservación, de distribución y aumentar la variedad y diversidad de productos.

Una agricultura competitiva debe permitir, no sólo ganar o mantener participación en los mercados, sino también debe incorporar a los pobres y ayudar a preservar los recursos naturales.

Una agricultura equitativa e incluyente debe promover formas de organización social que favorezcan la producción, pero que también posibiliten una participación más equitativa en el reparto de los beneficios del esfuerzo productivo-comercial. Es
fundamental, incrementar la inversión en educación rural y capacitación de los actores, para: a) Incrementar sus capacidades para mejorar la eficiencia del recurso humano; b) que puedan aprovechar mejor las oportunidades y enfrentar los desafíos; c) que puedan asimilar y utilizar las posibilidades de la información; d) que sean proclives al cambio tecnológico; y, e) mejorar su participación en la toma de decisiones a todos los niveles de la sociedad.

Para que la agricultura sea sustentable, se deben crear las condiciones sociales, económicas y legales que fomenten un uso racional de los recursos naturales, incorporando mecanismos que aseguren la conservación, ordenación y aprovechamiento de los mismos, no sólo para asegurar la permanencia de la base natural para la producción agrícola, sino también para mejorar los medios y las condiciones de vida de las poblaciones.

Finalmente, para que la agricultura contribuya a la gobernabilidad se deben promover sistemas y redes de organizaciones y actores, que participen efectivamente en los procesos de decisión sobre las transformaciones necesarias.

C)  ENFOQUE METODOLÓGICO PARA NUESTRA PROPUESTA GERENCIAL.

La comprensión de que el reto que se asume es de gran complejidad, por la multidimensionalidad del escenario que se propone modificar, en el sentido de alcanzar la transformación integral del medio rural, a los fines del mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores a través de la generación de empleos y actividades productivas, en un escenario de equidad y sustentabilidad, impone la racionalidad de adoptar el enfoque de sistemas, para ganar una nueva eficiencia y eficacia en la implantación, investigación y desarrollo de sistemas agrícolas competitivos, sostenibles y equitativos, que permita el alcance de las metas propuestas.

El desafío actual es desarrollar nuevas estrategias, nuevos métodos, nuevas combinaciones de los instrumentos ya probados y, lo primero y más importante, que aquellos que están encargados de dirigir y aplicar el concepto de sistemas en programas y proyectos institucionales, adopten una nueva imagen y una nueva mentalidad.

1.    Desarrollando una nueva mentalidad
Todos los proyectos agrícolas exitosos en diversos países latinoamericanos, tienen como motor una mentalidad diferente por parte de sus actores centrales. Los siguientes conceptos definen este nuevo enfoque que en mayor o menor medida los caracteriza:
o actuar agresivamente en la búsqueda de nuevas fuentes de competitividad.
o    pensar y operar en términos de sistemas amplios, tales como las cadenas agroindustriales y regiones.
o    concentrarse en la calidad de procesos y no sólo de productos.
o    integrar objetivos y atributos que tienen un desarrollo dinámico y a menudo contradictorio, resistiendo la tentación de sacarlos el escenario debido a la inherente complejidad de la tarea.
o    dar soporte a organizaciones de agricultores funcionales y eficientes y apoyar la construcción de otras capacidades permanentes de las comunidades locales.
o    construir alianzas estratégicas.

2.    Identificando oportunidades de mercado y alcanzando competitividad
Todos aquellos proyectos desarrollados con enfoque de sistemas, tienen en común que han sido capaces de construir una idea clara y precisa de las demandas del mercado que están tratando de satisfacer. Los nuevos enfoques metodológicos deben incorporar estudios de mercado de alta calidad, para hacer posible la definición en los términos más precisos posibles de los productos y variedades demandadas por los compradores, y sus especificaciones en términos de calidad, empaque, presentación, volumen y oportunidad.

3.    Articulando las metas de competitividad, sostenibilidad y equidad social
Muchos proyectos de investigación agrícola y de desarrollo rural han quedado atrapados en una falsa disputa entre la búsqueda de objetivos económicos, ambientales o sociales (competitividad, sostenibilidad y equidad social, respectivamente).
Los proyectos con orientación de sistemas, están demostrando de manera práctica que estos tres objetivos no sólo no son contradictorios, sino que en efecto se refuerzan uno a otro y son mutuamente necesarios para la sostenibilidad de cada uno de ellos en el largo plazo.

La competitividad sólo puede ser obtenida si la participación creciente en los mercados se logra simultáneamente con un mejoramiento en los niveles de bienestar de la población. En otras palabras, la competitividad económica en el largo plazo, no puede estar basada en factores como bajos salarios o menor inversión en los sistemas educacionales, de vivienda o salud. Esto es así, porque, crecientemente, el desarrollo económico se basa en factores tales como procesos de producción intensivos en información permanente, innovación tecnológica y altas tasas de ahorro para financiar inversiones, que no son compatibles con una población empobrecida y marginada. Tres razones apoyan esta tesis:
o    la calidad ambiental' está siendo apreciada por los consumidores como un atributo deseado de los productos agrícolas, no sólo en términos de la ausencia de contaminantes en el producto mismo, sino también en relación con el efecto que el proceso de producción tenga en la calidad de los recursos físicos y biológicos.
o  la competitividad y la sostenibilidad son atributos recientemente interrelacionados, porque los conflictos ambientales intersectoriales han sido reconocidos como fuente importante de ineficiencia.
o    se han documentado numerosos casos que muestran que la degradación ambiental se ha convertido en la mayor causa de decrecimiento de la productividad y/o incremento de los costos de producción.

Sin embargo, es más fácil reconocer conceptualmente el vínculo positivo entre competitividad, sostenibilidad y equidad social, que operacionalizar este enfoque del problema. Diversas instituciones están explorando proyectos de investigación y desarrollo, diseñados e implementados a escala de micro regiones, para intentar disminuir esta brecha, porque a este nivel es posible operar simultáneamente con variables que tienen influencia en los tres objetivos.

En particular, la discusión en relación a colocar el énfasis en el desarrollo agrícola (acento económico) o en el desarrollo rural (acento social), o aquella sobre la 'viabilidad' de ciertos estratos campesinos, carecen de significado si se desarrollan en el contexto de proyectos que buscan fortalecer sistemas agrícolas a nivel de micro regiones en lugar de fincas.

4.    Desarrollando una competitividad sistémica amplia
La mayoría de los actuales proyectos latinoamericanos con orientación de sistemas, diseñan planes de investigación y desarrollo para cubrir todos los vínculos relevantes de la cadena requerida para generar el producto y llevarlo al comprador, en el tiempo apropiado, en los volúmenes requeridos, con las especificaciones de calidad demandadas y a un precio competitivo.

La agricultura de contrato que vincula pequeños agricultores con agroindustrias específicas, es un canal promisorio para tener acceso a mercados internacionales que son altamente competitivos y exigentes en la especificación de producto y su calidad.

La agroindustria presenta tres características que la hacen particularmente valiosa para el propósito de fortalecer la agricultura de pequeña escala basada en la familia:
o    mayor flexibilidad que otras industrias en la escala o magnitud de las inversiones de capital fijo requeridas, lo que permite un rango más amplio de escalas para 'ajustar' los recursos de las unidades locales, con las cuales debe articularse.
o    permite la integración de procesos de capital y mano de obra intensivos, especialmente en las actividades agrícolas que ofrecen materia prima para la agroindustria.
o    las agroindustrias imponen un calendario de producción, volúmenes y especificación de calidad y, a través de ellos pueden jugar un papel en la integración y organización de esas unidades que son sus proveedores directos o indirectos.

Los sistemas de producción que integran agroindustrias con la pequeña agricultura tienen una ventaja competitiva más grande en esas áreas donde los procesos primarios son muy intensivos en mano de obra por unidad de tierra, y en los cuales la mecanización no es una opción eficiente. Esto es así porque el costo de oportunidad de un pequeño agricultor tiende a ser menor que el del sector capitalizado.

Esta ventaja es mayor cuando el producto agrícola es altamente perecible y no puede ser obtenido fácilmente en el mercado abierto; y cuando la materia prima tiene un costo alto por unidad de volumen y los costos de transacción y transporte son de menor importancia relativa.

Sin embargo, es importante subrayar que la búsqueda de oportunidades agroindustriales y agro exportadoras para pequeños productores no precluye la producción competitiva de alimentos básicos para los mercados regionales y nacionales, como una plataforma conveniente de desarrollo efectivo. De hecho, ésta puede ser la mejor opción para abrir el acceso a alternativas económicamente viables, para comunidades de campesinos que no tienen la infraestructura, los recursos naturales o el capital requeridos para llevar productos a los mercados internacionales o a las agroindustrias.

5.    Aprendiendo a construir alianzas estratégicas con nuevos socios
Los nuevos proyectos de investigación y desarrollo con orientación de sistemas, han aprendido que ninguna organización por sí misma es capaz de proveer todas las capacidades requeridas para manejar los problemas relevantes y las dimensiones involucradas en la tarea de alcanzar una posición competitiva en los mercados. El proyecto o la organización autosuficientes, son cosas del pasado.

Debe señalarse que la disminuida capacidad del sector público para actuar como proveedor directo de servicios, tales como crédito o infraestructura de mercadeo, implica que crecientemente el sector privado necesitará estar involucrado en los proyectos de investigación y desarrollo de sistemas agrícolas rurales.

Los sistemas de innovación tecnológica y de gestión; el mercadeo de servicios y productos y el acceso a servicios e insumos; el financiamiento de inversiones de largo plazo; y el fortalecimiento de las organizaciones de agricultores; son cuatro componentes claves que en una u otra forma han sido resueltos por todos los proyectos que han sido exitosos en el desarrollo de la competitividad de los sistemas agrícolas campesinos en el largo plazo.

No es concebible que una organización individual de investigación agrícola o desarrollo rural, pueda generar la capacidad requerida para comprender y actuar efectivamente en esos cuatro componentes instrumentales básicos. Más aún, el sector público en la mayoría de países latinoamericanos está claramente retirándose de aquellas áreas específicas que implican una intervención económica directa. La consecuencia es que las organizaciones de investigación agrícola y desarrollo rural, deben aprender a construir asociaciones interinstitucionales estratégicas, y también que la cooperación pública-privada es una condición sine qua non para el éxito.

El ajuste será más difícil en el caso de las instituciones de investigación agrícola, que en el de las organizaciones de desarrollo rural, porque las anteriores han tenido dificultades históricas en vincular los temas de innovación tecnológica con los de desarrollo agrícola. Más aún, existe una fuerte tendencia en muchos círculos de investigación a ver esta línea de pensamiento como una intrusión no deseada para la esencia de los quehaceres científicos. El problema no será resuelto, si no se entiende que el objetivo no es que los científicos dejen la investigación para tomar otras tareas para las cuales no están preparados ni entrenados, sino orientar la investigación para responder a la demanda de los clientes, y aprender a trabajar en íntimo contacto con otras agencias y organizaciones, que pueden proveer los bienes y servicios que son requeridos para una innovación tecnológica efectiva.

6.    Proyectos flexibles para la innovación permanente
Es necesario revisar nuestros esquemas metodológicos, generalmente lineales, en los cuales un objetivo fijo y casi invariable se define al comienzo del proyecto para ser alcanzado a través de una serie de pasos o etapas prediseñadas.

La misma naturaleza del proceso de innovación en el nuevo escenario, implica que ha llegado a ser casi imposible establecer trayectorias óptimas para los proyectos. Entonces, los proyectos de la nueva generación con enfoque de sistemas tienden a ser dirigidos por la demanda o a ser 'proyectos creadores de proyectos'. En este sentido, los procesos de innovación; los mecanismos para la adaptación rápida a las condiciones cambiantes; el acceso rápido a servicios; las organizaciones de productores fuertes, efectivas y funcionales, son, en el largo plazo, productos tan importantes de un proyecto como el producto tecnológico mismo.

Para alcanzar esto, los proyectos con enfoque de sistemas, deben desarrollar una comprensión de las relaciones entre las variables macro y micro, y deben establecer capacidades para investigar mercados y tendencias tecnológicas, para capturar nuevas oportunidades de desarrollo que aparecen inesperadamente, y para reaccionar ante circunstancias imprevistas que pueden afectar los resultados del proyecto.

El desarrollo económico, social y tecnológico en el nuevo escenario de la agricultura venezolana es mucho más dinámico que en el pasado. Las instituciones y proyectos deben estar equipados para trabajar en un contexto de cambios rápidos y, ya no sólo de riesgo, sino fundamentalmente de incertidumbre.

7.    Desarrollando capacidades permanentes en las comunidades locales
Los proyectos exitosos de desarrollo rural siempre involucran grupos de agricultores, porque hoy en día la innovación es un fenómeno social y sistémico, y porque los sistemas de fincas individuales y aisladas no pueden esperar alcanzar competitividad en el nuevo escenario.

Se requieren organizaciones funcionales de agricultores para que los productores campesinos puedan alcanzar economías de escala, tener acceso a bienes y servicio bajo condiciones adecuadas, negociar con los compradores de sus productos y mejorar sus sistemas de mercadeo, implementar servicios de gestión de alta calidad que son indispensables en esta era de gran competencia y, en último análisis, tener la capacidad de capturar una proporción mayor de los beneficios de las actividades productivas.

La mayoría de las instituciones públicas de investigación agrícola, han sentido que el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones locales, es una tarea distante. Por el contrario, las organizaciones no gubernamentales y empresas sociales (ONGs, cooperativas) han desarrollado una experiencia importante en este aspecto, en la mayoría de los países latinoamericanos. Afortunadamente, en muchos de estos países es frecuente apreciar como innovativos esquemas en que organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajan juntas en el diseño e implementación de proyectos de investigación agrícola y desarrollo rural.

Aunque esta tendencia a una mayor cooperación pública-ONGs-cooperativas, no está libre de problemas y limitaciones, el hecho importante es que, en muchos casos, se han identificado objetivos comunes, y que esquemas exitosos han sido desarrollados para diseñar e implementar programas conjuntos y/o complementarios, de investigación, extensión y desarrollo rural. Como casi todas las ONGs basan su trabajo en alguna forma de colaboración con organizaciones locales o regionales de agricultores, estos esquemas han, en efecto, servido para el propósito de llevar a las instituciones públicas de investigación agrícola hacia una relación más cercana con grupos de campesinos organizados.

Existen temas específicos relacionados con las organizaciones funcionales de agricultores que aún necesitan ser mejor entendidos y que merecen una mayor atención de los proyectos con enfoque de sistemas. La transición entre grupos locales de agricultores, más o menos informales, y organizaciones de agricultores bien estructuradas, capaces de operar como proveedores eficientes de bienes y servicios, es un proceso complejo. Sin embargo, a menos que podamos avanzar en esa dirección, el desarrollo de los pequeños agricultores dependerá siempre de los fondos, la ayuda técnica y la gestión externos, y sabemos bien que esta es una prescripción segura para fracasos y frustraciones frecuentes.

D)  NUESTRA PROPUESTA ORGANIZACIONAL.

La concreción de los postulados de acción arriba descritos, permitiría viabilizar el conjunto de propuestas programáticas y proyectos para el sector agrícola que con seguridad cambiarán el espectro de calidad de vida de densos sectores del colectivo anzoatiguense, para lo cual proponemos una alianza estratégica entre EL GOBIERNO DE ANZOATEGUI y nuestra FUNDACION AGROECOLOGICA DEL ESTADO ANZOATEGUI. En tal sentido proponemos la estructuración del CONSORCIO AGRICOLA DE ANZOATEGUI con la participación concertada de los esfuerzos gerenciales, tecnológicos y financieros del Gobierno Estadal y la Fundación, a los fines de emprender mancomunadamente las tareas de formulación y gestión de los proyectos agrícolas y agroindustriales necesarios para impulsar definitivamente el desarrollo del Estado Anzoátegui y de la región oriental.

1.    VISION DEL CONSORCIO AGRÍCOLA DE ANZOATEGUI.

La visión de este proyecto de inversión productiva es la creación de un conglomerado de  agro-productores en los estados orientales  dentro de un marco de redefinición y modernización de los procesos agroproductivos, con iniciativas, esfuerzos y trabajo conjunto entre gobierno y sector privado, con la idea fundamental de sustituir el agotado esquema de la “agricultura de subsistencia” por un esquema moderno y competitivo de “agricultura de la agrogerencia”, enfocada en mercados, sistemas de agroinformación, innovación, diferenciación y productividad, transformando la actividad agroproductiva en una altamente competitiva, sostenible y de avanzada.

2.    OBJETIVO GENERAL DEL CONSORCIO.

El objetivo general es desarrollar un modelo de agro-producción de alta capacidad y competitividad para enfrentar el mercado regional, nacional e internacional, con más y mejores productos diferenciados y de alto valor agregado, elaborados con eficiencia y responsabilidad ambiental, generando crecientes niveles de riqueza, empleos productivos, progreso y bienestar para la colectividad de nuestro Estado con impacto además en los demás estados orientales.

3.    OBJETIVOS ESPECIFICOS DEL CONSORCIO.

a.  Contribuir al establecimiento y desarrollo de los Sistemas Agroproductivos Municipales en Anzoátegui.
b.   Mejorar la productividad, competitividad y rentabilidad de los recursos productivos utilizados en la actividad por los distintos actores, en especial, la rentabilidad del recurso tierra, mediante la optimización de los recursos aplicados y la inserción de nuevas tecnologías de agroproducción.
c.    Diversificar y potenciar la producción, para atender la demanda insatisfecha del mercado regional y nacional, a través de un moderno esquema de agro-comercialización, propendiendo a la exportación de los productos excedentarios.
d.   Fomentar la creación de mercados locales y regionales eficientes de insumos, productos y servicios relacionados con las actividades agroproductivas.
e.    Agregar más valor con estrategias de diferenciación y atención de nichos y segmentos de mercado, y con el semiprocesamiento y procesamiento industrial de nuestros productos.
f.      Contribuir al mejoramiento de la gestión ambiental a todos los niveles de las actividades agroproductivas.

4.    PRINCIPIOS DE ACCION DEL CONSORCIO.

a.    Incrementar la eficiencia productiva, determinado por presión competitiva externa, que genera una consolidación del esquema productivo local, con miras a la conquista de mercados regionales, nacionales e internacionales.
b.   Incrementar la capacidad productiva y su eficiencia, en medio de un clima de negocios dinámico de estrategias complejas, especialización e innovación, con altos y crecientes niveles de inversión y reinversión en industrias directas y relacionadas.
c.    El desarrollo de factores especializados, con capacitación técnico-agrícola, técnico-industrial, agroempresarial y científica; transferencia y generación directa de tecnologías, alto desarrollo institucional y coordinación entre sector público y privado, con opciones de financiamiento oportuno, adecuado, no subvencionado y de largo plazo.
d.   El establecimiento de los mas altos estándares de desempeño en materia de calidad, inocuidad, sanidad y gestión ambiental.






PRESENTADO POR:

DR. JESUS ANTONIO BARRIOS CLAVIER
MEDICO Y ABOGADO.
Vicepresidente de la Fundacion
Agroecológica del Estado Anzoátegui